LA MARCELA DE DOÑA TOMASA.

Imagen ilustrativa-Crédito de Tribuna da producao.com.br

LA MARCELA DE DOÑA TOMASA.

Tomasa Álvez vivió con el Moncho Garmendia en la estancia Las Golondrinas. Él era “puestero” y ella estaba a cargo del hogar.
El andaba por los veinticinco años y ella tenía veinte; allí nacieron sus hijos Ceferino y Antonia. La convivencia era buena hasta que, por una mala relación con los patrones, su compañero se quedó sin trabajo y decidió irse a Buenos Aires.

Tomasa no estuvo de acuerdo y decidió quedarse con los chicos en la zona, mientras trabajaba en “tareas domésticas” en la casa del “capataz” de la estancia.

Moncho dejo de escribir después de un tiempo y poco o nada se supo de él. Entendió su compañera que debía arreglarse sola, como muchas mujeres del campo y así lo hizo.

 Era “guapa”, tanto desde lo estético, como en el desenvolvimiento en la vida diaria, trabajadora, laboriosa, diligente y con sentido del humor, presumía que no sería fácil, pero saldría adelante.

En un baile en el poblado cerca de la estancia, se conoció con Carmelo Muñoz, con quién comenzó una relación y luego la convivencia. De esa unión nacieron: Cirilo, Thelma y Arturo.

Carmelo trabajaba en otra estancia, hacia allí se trasladó Tomasa, que por razones de distancia tuvo que dejar de trabajar en la vivienda del capataz.

Al llegar a la edad escolar de sus hijos decidieron mudarse al pueblo para que los chicos vayan a la escuela. Tomasa entendía que la educación era indispensable para bregar por un futuro mejor.

Compraron en cuotas un terreno en el suburbio y construyeron su vivienda con costaneros y chapas de cartón.

Carmelo trabajaba en la estancia de lunes a viernes y Tomasa administraba la casa. Ella misma plantaba en la huerta y criaba gallinas para la subsistencia.

Las tareas del hogar no le hacían mella, los niños colaboraban encendiendo fuego en el horno de barro para elaborar pan casero.

Tomasa respetaba las tradiciones como toda persona que vivió en el ambiente rural, era devota de la Virgen de Itatí y tenía conciencia que en el campo no había médicos, recurría a la medicina alternativa tradicional.

Todos los hijos terminaron la escuela primaria y comenzaron a trabajar en distintos oficios. Fueron armando sus nuevas familias con el acompañamiento de Carmelo y Tomasa. Thelma se fue a la provincia de Buenos Aires con su marido.

La casa del pueblo era el lugar de reunión de los Garmendia y de los Muñoz, los nietos siempre querían visitar a la abuela que los recibía con cariño y siempre de buen humor.

La fe de Tomasa le invitaba los Domingos de Ramos a bendecir las palmas y a guardar silencio los días jueves y viernes santos. Cuando las radios interrumpían sus transmisiones y la de Encarnación propalaba “música sacra”.
Con dificultad solicitaba a los nietos que no jueguen a las corridas, que no griten:
¡ El diablo anda suelto!, expresaba.

Los viernes santos los invitaba a todos a buscar “marcela” o “remedio” para los dolores de estómago y/o para la digestión.
Esa costumbre de la estancia la seguía aplicando, era un remedio natural que nunca le fallaba.

La marcela es también conocida como “Yateí kaá” ese arbusto perenne de un metro de altura que florece en marzo. Las flores son amarillas o de color rojizo.

En compañía de nietos se iban los viernes santos a buscar “marcela paraguaya”- “esa es más milagrosa”-decía la abuela. Se encontraba en los mogotes o en los bañados, donde había que ingresar con cuidado mirando al piso porque las víboras solían frecuentar esos lugares.

Recogían bastante, tenía que durar todo el año, guardaba para sus hijos, en especial para Thelma cuando venía a visitarla de Buenos Aires.

Fue ella la que en su visita invitó a su madre a vivir en Buenos Aires.

¡Hija no me fui con Garmendia hace tiempo, si me hubiese ido, ustedes no estarían aquí!
¡Soy de esta tierra, donde los críe a todos, donde nacieron casi todos los nietos, no puedo quejarme!

¡Quiero que ustedes sean felices!

Ramón Claudio Chávezwww.ideasdelnorte.com.ar.

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7 respuestas

  1. Por ir aa amanecer a juntar Marcela una maestra mía, la Sra Cazenave de Tarnoski falleció atropellada en la ruta 1 cerca de la Virgen. Es probable que quien la atropello no tomo marcela esa madrugada.

  2. Una historia que es fiel reflejo de tantas! Las costumbres de campo, la migración a las ciudades y las mujeres que se llevan el mundo a los hombros por su familia…

  3. Tenés razón Damian y cada vez hay más abandono de padres. Deberían ir presos los que no colaboran en la crianza de sus hijos

  4. Un muy lindo relato, muy regional y vivido en su contexto artesanal.En todas las regiones del Pais, hay plantas y yuyitos cuasi milagrosos.Siempre digo: ¡¡lo que no puede el cuerpo,si lo puede la cabeza!!.En el Chaco, en el campo y Colonias esta la ” medica” y en la Ciudad esta el Doctor. Hoy los Saludo con un FELIZ PASCUAS .

  5. La marcela es estomacal, digestiva, sobretodo si se junta un viernes Santo. Creencias acendradas en el sur misionero y norte correntino. Muy aromática, para tesitos y el mate. Muy apropiado, cristalino relato del doc.

  6. Siempre hay Marcela en casa de pues e aprendido desde chico a juntar y guardarla para cualquier ocasión.Mi vieja Madre , Doña Beatriz la usaba para cualquier dolor de panza y otros.Gracias Ramón Claudio por traernos lindos recuerdos.

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