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Imagen ilustrativa.
EL AÑO NUEVO DE LA RAELA.
Nuestra relación sentimental ya tenía a su favor un tiempo, lo suficiente para conocernos en todos los sentidos.
Las divergencias que pasamos no fueron lo suficientemente importantes como para sospechar que el amor podría terminar.
Hubo un distanciamiento para apreciar los efectos de no caer en la rutina de creer que todo estaba bien; cuando no era así.
Después de ello, como recordarán nuestro encuentro en el Club Unión, nos devolvió al camino que ambos esperábamos.
La conclusión anual siempre es motivo de análisis, de proyectos, de balances y también de ilusiones. Ese año no era la excepción.
En nuestras charlas recordábamos las salidas, la complicidad, los viajes y el trabajo futuro.
La Raela, el 28 de diciembre se juntó con los compañeros del curso que estaban estudiando lejos; por entonces la oferta universitaria obligaba a viajar a Corrientes, Resistencia, Santa Fe, o Buenos Aires los que podían.
Una de las razones por las que ella decidió postergar el estudio, era precisamente esa, la cuestión económica. En su casa el dinero no faltaba, pero tampoco sobraba. El sostenimiento de un estudiante universitario lejos era un costo importante en esa economía familiar.
La Raela disfrutó el encuentro con los chicos del secundario, estos les incentivaron a ir a la facultad. Algo que ella internamente deseaba.
Surgió lo de Ciencias Económicas en Resistencia y fue en ese fin de año decidió comenzar.
Ante la decisión de mi novia, me dispuse a ayudarla a solventar gastos de la pensión y otros que sus padres no pudiesen afrontar.
Tenía plena conciencia que el inicio de los estudios en la universidad iba a poner a prueba nuestro amor y nuestra relación. La nueva vida lejos del pueblo, los nuevos amigos, los nuevos proyectos, podrían terminar con todo eso tan hermoso que habíamos construido.
No podía ser tan necio de intentar cortarle las alas por temor a lo que pudiera pasar, el amor suele fortalecerse a veces con las dificultades.
En los festejos de ese fin de año nuestras familias tuvieron visitas; en la de ella, familiares de Curuzú Cuatía y en la mía, unos tíos de Entre Ríos.
Quedamos de acuerdo en encontrarnos a las dos (2) de la mañana del primero de enero para celebrar a nuestro gusto el nuevo año.
El tradicional baile en el Club Ucraniano no formó parte de nuestra agenda, entendimos que podíamos saludar a nuestros amigos en otro momento.
Cuando fui por ella, salió presurosamente a la calle para que nos marcháramos, no quiso que ingresara a la vivienda. Diciendo con picardía.
– “¡Si te bajás y empiezan con los saludos, nos vamos mañana!”.
Antes que la saludara, La Raela me abrazó fuertemente y me regaló un beso apasionado. Agregando.
– “¡Este es el primero de los millones que tengo para vos Negro este año!”.
En esa noche de fuegos artificiales sabía que ella era dueña de “fuegos verdaderos”, no de utilería. Ese don la hacía más bella.
Dimos unas vueltas, bajamos un rato a la plaza frente a la iglesia, nos contamos las reuniones familiares y a las tres y media (3 y ½) me susurra:
– “¡Es hora de brindar por el amor!”.
Fuimos al nido, yo ansioso, ella excitada con la pasión de siempre y esa brisa acaracolada que irradiaba, me apretaba, me acariciaba, me besaba y yo le respondía.
– “¡Déjame que busque la música mi amor!”. Me dijo ella.
Enredamos nuestros cuerpos sosteniendo dos copas de champán, ya su hermoso vestido rojo estaba en un rincón; los besos urgentes hicieron lo demás. José Luis Rodríguez nos acompañaba con la música.
– “¡Deja la luz encendida,
quiero mirarte desnuda,
ahora no hay ninguna prisa
y te amaré de punta a punta…,
siento tu pecho agitado
y tú vientre como el fuego,
los dos estamos temblando,
de pasión y delirio, de amor y deseo…!”.
Nos despertó la tarde, abrazados…, entrelazados…, tras aquella noche de pasión… y de furia.
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6 respuestas
Una dosis de pimienta con el personaje, máquina de pasión lujuriosa, La Raela, de antología…
A mas de uno nos hizo acordar a nuestra Raela en estas fechas y en esa epoca de juventud éramos felices con 0 pesos en el bolsillo pero mucha pasión y amor para dar.
Juventud divino tesoro, la primavera que nunca vuelve, a veces basta un tema musical o el aroma de un perfume para que la memoria se apiade y nos devuelva con las mismas emociones ese amor que todavía está.
Buenisimo poder plasmar esos recuerdos, que con la inclusión emocional es tema complicado de de simplificar en palabras.
Buenoooo!! Al fin apareció “la Raela”! Y se vino con todo. La tuviste encerrada mucho tiempo, por eso estaba como estaba.
Que te pasa Claudio García Satur !!! Ahora en serio, me hizo acordar de tantas aventuras y amores de ésa época que todavía estoy soñando.Esa es la virtud que tienes, la de hacernos soñar y recordar cosas maravillosas de un pasado lejano pero que está a la vuelta en nuestra memoria.Sos un grande Ramón Claudio.Un abrazo con mucha emoción y afecto.Tu amigo Lupín.