TENGO UN AMOR QUE NO ES AMOR.

TENGO UN AMOR QUE NO ES AMOR.
Con Eduardo González nos conocimos en la calle, era repartidos de viandas, de los de antes, hoy sería un “Delivery”. Se ganaba la vida con eso.
Era un tipo sencillo, amable, carente de maldad, no recuerdo si nació en el pueblo o vino de alguno cercano.
Los sábados coincidíamos en los bailes, charlábamos, a los dos nos iba realmente mal con las chicas, esencialmente por tres razones.
La primera porque no vestíamos ropa de marca, era muy importante eso.
La segunda, éramos malos en el baile, las jóvenes no querían danzar con quién lo hacía mal.
La tercera, no nos ayudaba “la percha”. Quizás esta última fuese la responsable de todo, pero uno siempre intenta encontrar una razón distinta.
Nos hicimos amigos y advertía en él su búsqueda en las fiestas de su alma gemela. En honor a la verdad no todo era un fracaso, disfrutábamos la música, el lugar y las chicas bonitas que asistían.
En una de esas noches me dijo-¡que quería cambiar de aire y pensaba irse a la Capital de la Provincia!.
-¡Ojalá te vaya bien!-le dije.
Perdí contacto con mi amigo por mucho tiempo.
Una tarde de domingo, estando en la capital me cruzo con él, venía con un escaparate de madera, de esos que suelen usar “los vendedores ambulantes”, con globos, molinetes y juguetes para los niños. Lo acompañaba una chica como de su edad portando lo mismo.
Nos causó alegría el reencuentro, me presento a Rosa como su señora; la chica le preguntó:
-¿Este es tu amigo del que me hablaste?.
-¡Sí le dijo!-
Me enteré que vivían en un terreno fiscal donde instalaron una modesta casa con “costaneros de pino”, que tenían un hijo y que ella estaba esperando otro.
Le compré dos pelotas de plástico, de esas que traen un globo dentro, Eduardo me quiso dejar al precio de costo, no acepte de ningún modo porque sabía que la venta callejera apenas les alcanzaría para vivir modestamente.
Nos despedimos, los vi caminar con alegría juntos con los globos de colores, quedamos en reencontrarnos y se me vino a la memoria la búsqueda de mi amigo de su compañera en los bailes que frecuentábamos.
Como decía Octavio Paz, “El amor es intensidad y por esto es una distensión del tiempo, estira los minutos y los alarga como siglos”. Me alegro verlo contento.
Dejé de verlos nuevamente, pensé que se fueron a otra ciudad, o tal vez a otro trabajo.
Una tarde gris de un domingo de otoño me lo crucé nuevamente, con su escaparate y los globos, me llamó la atención que venía solo.
-¡Hola Eduardo!.
-¡Hola, me dijo con tristeza!.
Le pregunté por su mujer y me dijo:
-¡Sabés que se fue con un vago y se llevó los chicos!.
Dudé, no supe que decirle, se me ocurrió:
¿Sabes adonde?
-¡A Buenos Aires, me contesto!.
Era innecesario preguntarle como estaba porque vi sus ojos nublados.
Como para no lastimarlo le digo:
-¡Las cosas pasan por algo quizás te estaba haciendo daño!.
Con dolor en el rostro me dice:
-¡Lo peor es que la sigo queriendo, le perdonaría si vuelve!.
Él no tenía ganas de seguir charlando, el amor lo había destrozado, se fue.
Se fue triste y le dije:
-¡Amigo la vida sigue, dale para adelante!. No sé si me escuchó.
Pensando en Eduardo y su pena, me costó conciliar el sueño esa noche, prendí la radio, y sonaba una canción de Antonio Plaza que tiene el título de esta historia y en unos de sus párrafos dice:
“Tengo un amor que no es amor, que es un castigo del Señor, que me domina, y me hace triza el corazón, que me ha dejado solo sin ver el sol”.
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Hay veces que el amor duele… Pero para eso estamos los poetas. Muy bueno Claudio…
Muy bueno. Nunca entendí por qué el amor duele. No es acaso el egado maravilloso que nos dejan nuestros padres? La religión, cualquiera sea, no explica ese dolor. Lo lindo del vendedor de globos es que el amor le pertenecía a El, el decidío libremente a quien se lo daba y la siguió eligiendo. Me hizo reflexionar la historia. Para que estar con alguien que no nos Ama? …pero no nos pueden obligar a que no los/as amemos. Y por eso el nombre de la canción. Esas cosas que logras con tus escritos….
No hago foco en el amor, sino en las vueltas de la vida… Es como una ruleta rusa y aveces te toca lo que te toca…
Una historia que a muchos nos debe haber pasado, debo disentir con don Octavio Paz, el amor es intensidad, pero no pasa lento, es fugaz y cuando menos lo pensamos ya no está, víctima de su intensidad.
Hay 8 millones de historias en la ciudad desnuda, decía el slogan de una serie yankee de los ’70.
Esta es una de ellas, continuaba. Y la de este amigo debe ser una de las que más abundan. Algunos las superan, otros “sacan un clavo con otro clavo” y otros, hacen lo que dice Griselda, siguen eligiendo ese que los lastima, pero en definitiva, es “su amor”. En fin…
Creo que al amor lo rije la tiranía del azar, algunos sin merecerlo son bendecidos con su milagro mientras que a otros la suerte los esquiva obstinadamente. Ni hace falta buscarlo, si se tiene que dar…los astros se van alinear y las mariposas del corazón se van a inquietar
Un sentimiento de infinita desolación es el que queda. Pero la vida sigue y un amor se olvida tarde o temprano. Ésta historia es trivial y también es única por la la belleza y frescura que le imprime el autor.
Muy bien narrado y, obviamente, triste reflejp de muchas situaciones reales
Ahi es bravo…decia Santos Ramirez (tu primer relato)te acordas?
¡¡¡E.X.C.E.L.E.N.T.E !!! Me encantó esta historia. Hace recordar que el amor tiene todas estas etapas, por decir así y si no tuviera dolor, no estaríamos seguros de que pasamos por ese sentimiento. Realmente excelente.
El amor tiene tantas facetas, a veces como en esta, de dolor. Me agrada que te haya gustado.