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Egle Martin. Foto de la Web.

EGLE MARTIN Y LA MARABÚ. _

 Mientras divagábamos sobre la vida, los amigos, la gente que estaba lejos, se acercaban los días de Carnaval; esos que siempre nos traían hermosos recuerdo.

 La Raela, inquieta como siempre, me dice en seco:

-¿Negro adónde vamos a ir?

Ante tamaño entusiasmo no puedo decirle:

-¡No sé, vamos a ver!.

 Nos decidimos por una noche en los carnavales de Santo Tomé que sabíamos que eran buenos, lleno de brillo y alegría.

  Se encendieron los ojos de La Raela, eso de la  alegría eran un plus a su espíritu viajero.

 Como ella me encargaba la logística del paseo, le explico que a pesar de que era un viaje corto, tenía bastante de “turismo aventura”.

 Tomamos el colectivo “El Crucero” que sale a las 14,30, tipo 17 estamos allá. Vamos a la casa de los hermanos Díaz, Nena, Neca, Nene y Yeco, eran amigos nuestros; y todos estaban en la comparsa Marabú.

 -¿Y después me pregunta?.

 Vamos al corso a ver el desfile de las comparsas, las scolas do samba, las carrozas y las infaltables “máscaras sueltas”

-¡Pinta lindo eso me dijo!.

 Pusimos en un bolso tres mudas de ropa, elementos de higiene, pequeños accesorios de ella, y subimos al colectivo convencidos que debíamos bañarnos nuevamente “porque la tierra entraba por una ventanilla y salía por las otras”.

 Cuando llegamos a la casa de nuestros amigos, ya no estaban se fueron para los preparativos del desfile. Nos atendió Don Juan, el padre, nos ofreció sillas para sentarnos.

 En un tono de picardía y dulzura La Raela me dice:

¿Gordo después del corso que tenemos?

 -¡Viene el baile hasta el amanecer!.

¿O sea que la noche es nuestra?

-¡Nuestra y de esta gente que estas cuatro noches vive de fiesta en fiesta!.

 Empezó el corso repleto de público, primero pasaron las comparsas infantiles; luego fue el turno de las que hacían delirar a la gente,” Colón”, “Turma do Fon Fon” y al final “Marabú, la comparsa del pueblo.

 El ritmo de las batucadas era ensordecedor, las chicas hermosas todas bailaban al estilo del carnaval del Brasil, moviendo al mismo tiempo las caderas y los pies.

 La Raela se entusiasmó con el público que tiraba papelitos, serpentinas y bailaban al son de la música.

 La Fon-Fon y la Marabú competían a la vez con las hinchadas de cada una.

 En primera línea de la Marabú venía una morocha de una belleza muy particular.

-¿Esa es la reina me interrogó mi novia?.

-¡No, esa es Egle Martín, una actriz, cantante y vedette de Buenos Aires, que todos los años viene a bailar con la Marabú; después te cuento más!.

Luego de disfrutar del show de las comparsas nos fuimos directamente a la Sociedad Española, donde concurría a bailar la mayoría de los simpatizantes de “la comparsa del pueblo”

 No fue necesario que le comentara lo de Egle Martín, estaba en el acceso saludando a todo el mundo. A mi rozó con el pecho y me regaló una caricia, también a La Raela, pero más cortésmente.

 Como sabía que me iba a decir algo, me adelanto y le comento:

-¡Toda la gente se acercó para verla, a nosotros nos saludó, otros no pudieron estar cerca de ella!.

-¡Egle se compró una estancia cerca de Santo Tomé, viene todos los años para los carnavales, baila solo con la Marabú, ama la música brasileña y dice que el Brasil es música!.

Para la comparsa contar con ella es un aliciente que le da prestigio; una vedette famosa de Buenos Aires, que viene a danzar con ellos, a colaborar con los trajes y la coreografía.

 Raela llevó un vestido con lentejuelas para ir al corso y el baile. Entramos y compartimos una mesa con una pareja que estaba sola y no conocíamos.

 Inmediatamente el ritmo de la música de carnaval interpretado por la orquesta nos llevó a la pista, tomados de la mano.

 Bailamos un rato y nos sentamos a descansar; en la cantina vendían empanadas, sándwiches de mortadela, vino y soda en sifón, cerveza en botella, gaseosa Crush y una jarra que contenía vino con gaseosa, algo así como “una sangría”.

 A los cinco minutos aparecieron las chicas con latas de durazno vacías llenas agua y empezaron a mojar a los hombres; a cualquiera, me tocó también a mí.

 El juego con agua continúo en un ambiente de cordialidad, nadie se enojaba, y el vestido con lentejuelas de La Raela también se llenó de agua o de soda de los sifones.

El baile continuó hasta que salió el sol, la gente bailaba descalza cuidándose de no caerse porque estaba mojado el piso, a pesar de los escurridores que pasaban.

 -¿Preguntamos por Egle?

-¡Nos dijeron que se había marchado cansada del baile, pero contentísima con la fiesta!.

 Febo estaba instalado con intensidad, regresamos abrazados, cansados pero alegre por el vértigo de la fiesta y las cervezas que nos tomamos.

  La casa de los Diaz estaba llena de gente, tiramos una frazada y dormitamos un rato en el patio a la sombra de una parra. El bullicio nos despertó nuevamente, todos hablaban del corso, del baile, de Egle Martín; nos despabilamos.

 A las dos de la tarde La Raela fue hasta el almacén de la esquina a realizar una pequeña compra, un vecino que la vio pasar le arrojo un balde de agua.

 Regreso haciendo pucherito, era la ropa para volver.

-¡Ponete la que trajiste en el cole le dije!.

-¡Esta llena de tierra, tendré que sacudirla!.

El agobiante calor se diluyo un poco con una intensa lluvia que inundó las calles a cinco de la tarde. A los siete teníamos el cole para regresar.

 Nos despedimos agradeciendo la hospitalidad y fuimos a la terminal. El Crucero salía a las 19 horas.

 El viaje de regreso fue complicado; el camino era de tierra, y el dueño de la empresa Demetrio Koropeski, cumplía las funciones de chofer, guarda y mecánico. Se detuvo para colocar cadenas en las ruedas porqué el colectivo iba de “barranca en barranca”.

 Los pasajeros pegaban unos sapucay mientras el transporte coleaba en el barro ; nosotros nos prendíamos del apoya manos.

 Arribamos a destino a las 22 también con lluvia, nos mojamos al bajarnos y La Raela me dice:

-¡NEGRO QUIEN NOS QUITA LO BAILADO!.

Ramón Claudio Chávez.

Ideas del Norte.com.ar

Comparsa Marabú. Foto de la Web.
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7 thoughts on “EGLE MARTIN Y LA MARABÚ.

  1. Esto es volver un instante a ese pasado añorado en un fresco que magistralmente Claudio pinta en dos pinceladas. El carnaval famoso santotomeño, la ruta traicionera en donde la maravillosa María Elena tuvo trágico final. El Crucero en su primer época fundacional…y la Raela, esa novia con pocos problemas.

    1. Nunca disfruté de esos carnavales! Sanos y llenos de color y alegría! Que tiempos los vivieron!
      Gracias por compartir esas historias.

  2. La maravilla del carnaval. No soy muy niña pero aún recuerdo los juegos con agua, era toda una picardía salir a la siesta y volver sin que te mojen . Muy bello relato Claudio y sin dudas , la Raela es una genia.

  3. No vivia esa época por aquí. Pero recuerdo la alegría y el entusiasmo de los carnavales. Los Valdés de agua y los bailes de barrio con serpentinas y disfraces. Gracias Doc. Por recordarnos esa epoca

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