LOS DESAHUCIADOS DEL VIEJO MIÑO.


LOS DESAHUCIADOS DEL VIEJO MIÑO.
En el año 1973 cuando Maradona no era todavía Maradona, ese Maradona de la leyenda, participó con “Los Cebollitas” en los juegos Evita que se disputaron en Embalse Río Tercero.
Si bien desplegó su magia, allí fue actor de reparto, su equipo perdió la final contra el Club Social Pinto de Santiago del Estero, Pinto sin “s” como diría Luis Landriscina.
La final termino empatada 2 a 2, y en la ejecución de penales el arquerito del equipo santiagueño le detuvo el tiro de los doce pasos al Diego.
Como el mismo lo cuenta en el libro “Yo soy el Diego de la gente”, una vez terminado el partido, el hijo del técnico del equipo campeón al verlo amargado, se acercó y le dijo:
– ¡No llores, hermano, si vos vas a ser el mejor jugador del mundo! –
Carlos Miño vive en Granadero Baigorria, en el gran Rosario, de la Provincia de Santa Fe.
Es un loco del fútbol y siempre jugaba, así fuere en un picado o en cualquier campeonato.
Era muy amigo del Negro Zamora, aquél que jugo en Ñulls y en River. El Negro le conseguía entradas y Miño iba a la cancha; en Rosario o en Buenos Aires.
Jugaba en el mismo puesto del Negro, quién le enseñaba trucos para desorientar al marcador; a él además le encantaba provocar al contrario.
Se armó en Granadero Baigorria un campeonato de barrio donde los equipos debían tener su propia cancha. Había reglamentos, árbitros y una gran concurrencia de público.
Jugaban de visitante un partido bravo, a Carlos lo marcaba un colorado raspador al estilo de Mac Allister, pero mucho más corpulento.
Para ir “calentando el agua” Miño se acerca y le dice:
– ¡Que picnic que me voy hacer esta tarde!
Lo pasó una vez y metió un centro envenenado que no fue gol de casualidad. Se cruzaron una mirada con bronca.
En la siguiente jugada el colorado le mete una patada y lo desparrama en el pasto.
– ¡Eh referí eso es para expulsión!
El hombre del pito se lavó las manos y le hizo una amonestación verbal:
– ¡En la próxima lo echo!
La mecha estaba prendida y Miño lo tenía entre cejas.
En el siguiente avance le puso al marcador los tapones a la altura de la rodilla.
Viene el árbitro y le muestra el “cartón amarillo” y el delantero lo encaró:
– ¡Que te pasa a vos, el tipo me desparramo y no sacaste tarjeta, yo voy a la pelota y me sacas la amarilla! ¡No jodas conmigo porque no sabes con quién te metes!
– ¡Yo maté a tres tipos y hace cuatro días que salí de la Cárcel de Coronda; mirá si voy a tener problema en enfriar a otro!
Terminó el primer tiempo y el árbitro se fue al descanso preocupado por lo que acababa de escuchar.
Les comenta la anécdota a los jueces de línea y estos le preguntan:
¿Quién te dijo eso?
– ¡El puntero derecho de los visitantes!
– ¡Jajaja no le hagas caso, hace siempre lo mismo!
Empieza el segundo y seguían “calentitos los panchos”,
se cruzan nuevamente el colorado con Carlos, forcejean, el marcador cae y el contrario lo pisa.
Roja directa; Miño quiere armar quilombo, pero es disuadido por sus propios compañeros porque había muchos simpatizantes del otro equipo y no lo iban a sacar barata.
Con el paso de los años, le aparecieron las canas y todo el mundo lo conocía por el apelativo de “El viejo Miño”.
Se hizo entrenador y formaba equipos para competir en los distintos torneos.
En la localidad de Pinto, Santiago del Estero, el lugar de donde eran los chicos que le ganaron a los Cebollitas del Diego se realizan todos los años el Campeonato Nacional de Fútbol Amateur.
Concurren equipos de todo el país y en el torneo se desarrolla en tres días. Como la ciudad es pequeña, se alojan en establecimientos escolares o edificios públicos, cada delegación se encarga de sus alimentos.
Además de ver en acción a buenos jugadores, que, por esas cosas de la vida, no llegaron al fútbol profesional el torneo destinaba para el campeón y subcampeón como premio una muy interesante suma de dinero en efectivo.
La inscripción de los equipos era alta, para solventar los gastos de la organización y los premios para los ganadores.
Los equipos venían de distintos lugares del país en los viejos colectivos de línea con todo lo necesario para la competencia: las indumentarias, alimentos e incluso un freezer para las bebidas.
“El viejo Miño” fue de técnico de equipos de su ciudad, muy competitivos todos. Un año salieron subcampeones y se juramentaron ganar el torneo siguiente.
Cuando partieron el año siguiente, le aclaro a los jugadores:
– ¡Vamos a competir, a ganar, no vamos de joda!
– ¡La joda será a la vuelta con el título, sino ustedes a mí no me ven más!
Como vienen tantos equipos, los partidos se juegan de corrido, incluso durante cualquier hora de la noche.
El primer partido jugaron a las dos de la tarde, ganaron 2 a 0, tenían programado el siguiente a eliminación directa a las 2 de la madrugada, ganaron nuevamente, esta vez 2 a 1.
Tenían que jugar de nuevo a las 10 de la mañana por lo que tenían pocas horas para el descanso.
El viejo no se percató que sus jugadores tenían como 400 latas y botellas de cerveza en el freezer, a las que le entraron sin ningún tipo de contemplación.
A las 6 de la mañana se recostaron “hecho flecos” y el viejo los llevó a la cancha en cualquier condición, menos en la de un jugador de fútbol.
El resultado fue el previsible, perdieron 2 a 0 y quedaron eliminados del campeonato.
En caliente el técnico les botoneó:
– ¡Manga de irresponsables, no sé por qué pierdo el tiempo con ustedes!
– ¡No me hago el santo porque también me gusta la juerga, pero hablamos de otra cosa!
Después de eso lo fueron a buscar varias veces en Granadero Baigorria para que los dirija de nuevo; no quería saber nada.
Fue técnico de otro equipo con quien en la segunda presentación logró el ansiado campeonato.
Sus antiguos dirigidos no dejaron de participar del campeonato nacional; para sorpresa de propios y extraños, aparecieron en Pinto con un colectivo que tenía la inscripción “Los desahuciados del Viejo Miño”, y con ese nombre se inscribieron en el torneo.
“ASÍ ES EL FÚTBOL”.
Ramón Claudio Chávez. _
www.ideasdelnorte.com.ar

Me gusta leerte. Tenés el don de atrapar en tu relato. Gracias !
Excelente relato!
Buena historia, el viejo Miño, viejo de palabra…
Emotiva la narración Moncha , como siempre , un abrazo y hasta la próxima ,feliz día para todos los padres el día de mañana , un abrazo con el corazón
Otra historia sin desperdicio, cuántos Miño habrá por el país dando vueltas.
Pero el futbol, como tantas otras cosas se volvió comercial y estos personajes quedan en el olvido, salvo por relatos como el tuyo, que los traen de regreso.
Felicidades Doc
Muy buena narrativa. Muy emotivo lo descripto. Lugar emblemático Baigorria. Allí rindió en el hospital E.Peron su última materia mi hija Lelis. Allí fue la fiesta de recepción de mi hija Leila. Y esa magia de tus palabras que me lleva y me trae a distintos lugares. La eterna y bienvenida historia de jugadores, técnicos, hinchas y todo lo que implica un equipo de fútbol. Me encantó mi amigo, el artesano del relato…..te gusta ese apodo?
Hoy fui más tarde porque fue un día diferente en casa, ya que hubo gente….
Espero que hayas disfrutado de tu día. Un abrazo!
Me encanta tu relato. Es delicioso, en un ámbito en que te mueves a las anchas: el fútbol.