ELECCIONES ERAN LAS DE ANTES.


ELECCIONES ERAN LAS DE ANTES.
La frase “los tiempos de antes eran mejores” no reflejan siempre la realidad, tienen mucho que ver con la “nostalgia” que siente el ser humano por algo que vivió y no podrá vivirlo nuevamente.
Hay allí también una negación a los cambios que se van produciendo, que hacen que la vida sea distinta, no siempre peor.
Está muy relacionada a la cuestión de los valores; los mayores hacían un culto de la palabra y decían que era un documento que no necesitaban firmar.
Si nos adentramos en el tema de las elecciones, hallamos un sinnúmero de cuestiones que no eran conocidas en el pasado, por lo que, tenemos que entender que hay diferencias.
En tiempo pasado el deber de ir a votar era un acto solemne, el ciudadano/a se preparaba con antelación para cumplir con la democracia.
Las mujeres se vestían al igual que los hombres con ropa elegante, y disfrutaban de la jornada con alegría y responsabilidad.
Las campañas políticas eran dirigidas por los caudillos y en los mítines tenían que hablar a viva voz, porque los parlantes a batería no siempre funcionaban correctamente.
Recorrían su jurisdicción y visitaban a los electores en sus domicilios, las reuniones con mucha gente se reservaban para los cierres de campaña con espíritu triunfalista.
Muchas veces se producían enconos personales, por el tenor de los discursos y la desacreditación del adversario político, con la finalidad de aumentar el caudal electoral.
Tampoco estaban exentas de humor, protagonizado por los actores políticos, o por los personajes de los pueblos que eran un condimento infaltable en las reuniones.
El humor esta presente en la política o la política protagoniza buena parte del humor en ciertos ámbitos.
El humor y en concreto el chiste sociológicamente son un acercamiento hacia los problemas sociales y las preocupaciones.
Anécdotas hay muchísimas, el lector seguramente recordará alguna, que haya presenciado o le comentaron.
Un sábado a la mañana un dirigente político apóstoleño tenía que concurrir a la colonia, a un almacén donde se reunión los colonos para comprar la provista y compartir un trago de caña.
Se le ocurrió invitar a Chiquito Guimaraez, quien gustoso acepto la invitación.
Al llegar al almacén de campo Chiquito entro por delante y presento al dirigente con un montón de alabanzas.
El político antes de iniciar la charla con los colonos, le dijo al mesero que invitaba una vuelta de caña a los presentes.
Mientras el auditorio intercambiaba frases de las necesidades existentes en el lugar: Chiquito sin pudor alguno y aprovechando la atención de las personas al visitante, se bajo todos los vasos cargados con el “aguardiente”.
El dirigente agradeció como buen político la atención prestada, y advirtiendo el accionar de su acompañante, “pago otra vuelta” que fue devuelto con un generoso aplauso de los colonos.
Los descendientes de inmigrantes polacos y ucranianos concurrían a primera hora para votar, se acercaban con sus carros tirados por caballos para cumplir con el deber cívico.
Los votantes por lo general lo hacían en una misma escuela, era muy raro que se le modificara el lugar para emitir el sufragio.
Uno de ellos, que siempre votaba en la escuela 236, antes de que las ocho ya se encontraba en la cola para ser unos de los primeros.
Cuando el presidente de mesa le pregunta por su nombre, el le responde “Yo con A”. Entonces no vota en esta escuela, tiene que ir a otra. Al salir del edificio consulta con la seguridad donde estaban los otros establecimientos escolares.
Recorrió todas las escuelas y en ninguna figuraba con la respuesta de su nombre “Yo con A”.
No le quedaba otra que volver al principio, encaró nuevamente al presidente de mesa, contándole todas las peripecias ocurridas en su recorrido.
¿Pero cómo usted se llama?
– ¡Antonio Kornuta!
– ¡Ah con A era su nombre no su apellido, espere es aquí donde está empadronado!
Del otro lado del Chimiray un excéntrico personaje del pueblo conocido por el apodo de “Cambaí”, asistía a todas las reuniones políticas, siempre que haya algo para beber y comer.
Cambaí llegaba al comité de los radicales y decía en voz baja:
– ¡Soy radical!
Iba al de los liberales y metía:
– ¡Soy liberal!
El tipo se las ingeniaba para beber y comer en todos lados, la ideología en ese momento no importaba.
No menos emblemático es el caso de Don Pedro Gadea, un discurseador de aquellos.
Con alguna copita de más, se paraba frente al monumento del General San Martin y empezaba:
– ¡Mi General necesitamos de sus consejos, el pueblo está perdido, sin rumbo, faltan hombres de su talla!
Estaba en un acto partidario y copo la parada:
– ¡Recorrimos con el señor González, Colonia Liebig, Cuatro Bocas, Santa Rosa, Gran Bretaña y el Diecisiete!
La referencia a Gran Bretaña era un recurso de sus palabras, para referirse a la fábrica propiedad de los ingleses, que se dedicaban a la plantación de tung y cría a animales Hereford.
Una tarde lo subieron a una camioneta que, hacia propaganda con un parlante, le cedieron la palabra y Don Gadea le embarro la cancha:
– ¡Le digo al pueblo que no se venda por un pedazo de galleta!
Los modernos medios de comunicación cambiaron los paradigmas de la forma de hacer política.
Ramón Claudio Chávez.
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Me traen hermosos recuerdos los comités y las elecciones en general,tanto en Apóstoles como en Santo Tome. Acá como trabajaba con los Caballero siempre estuve en campaña peronista .En Santo Tomé también estuve en contacto con Don Carlos Farizano que lanzaba su candidatura a Intendente por el Partido Justicialista. No sé si fueron tiempos mejores pero si fueron muy distintas a las de éstos días…la gran mayoría de los candidatos a los que apoyamos fueron gobernantes. Otros tiempos, otras personas.
Estaba trabajando en unas elecciones como fiscal del PJ y llega Juancito Boyko a la cola de votantes tarareando una cancion y diciendo-señor presidente. ..mi voto es cantado “
Como siempre, el autor traza retazos pintorescos de una realidad que los que pintamos canas, recordamos con nostalgias. Gracias, doc.
Un día me dijo una amiga cuya opinión respeto mucho ” lo importante no necesariamente debe ser solemne”. Es lo que ocurre con nuestras elecciones, la trascendencia de este acto seguramente está atravesada de muchas anécdotas picarescas que condimentan su voltaje
Elecciones… Un derecho vulnerado desde el principio, manejado al antojo de los poderosos y aprovechándose de la ignorancia del pueblo.
Que lindos recuerdos. Elecciones: un derecho y una obligación. A veces ganar. Otras veces perder. Pero siempre elegir. Es lo más parecido a la vida misma. Y siempre el que las despotrica, tira dardos hacia uno y otro partido, a mí me parece uno de los mejores actos que nos permite la libertad , el libre pensamiento, discrepar, coincidir, luchar, llorar, sonreír. Un minuto, solo en el cuarto oscuro, uno mismo frente a las boletas, frente a si mismo. Decidiendo sin presiones , más que su propia conciencia. Dichosos los pueblos que pueden hacerlo. Gracias por esta forma tan bonita que tienes de hacerme pensar. Un abrazo!