QUIQUE-¿ TENÉ PLATITA?.

VIEJA TERMINAL.
VIEJA TERMINAL-PUEDE ESTAR SUJETA A DERECHO DE AUTOR.
VIEJA TERMINAL REMODELADA.

QUIQUE… ¿TENÉ PLATITA?

La vieja terminal de ómnibus, o colectivos enclavada en los cruces de la avenida Mitre y Uruguay de Posadas era muy pintoresca, se nutrió de historias, anécdotas y sucesos. Como en la calle Santa Fe de la ciudad de la furia se encuentra “La casa de Misiones”, con cierto tono de libertad podríamos afirmar, que la vieja terminal era “la casa del interior” en la capital de la provincia. Los de tierra adentro esperaban con ansiedad la llegada o la partida del colectivo que lo trasladaba a destino. El tiempo de espera podría se extenso y sujeto a las inclemencias del tiempo; pero la gente se bancaba el viento, la lluvia y también el frío.

 Para viajar se podía comprar los tickets en boletería o abonarlos al guarda en la unidad de transporte; mientras tanto el incesante ingreso y egreso de los móviles y la mirada atenta sino era el que uno estaba esperando. Juntamente a ello el espectáculo multicolor de las personas que esperaban y de las que a diario frecuentaban “la parada” como solía denominarse al lugar.

Aparecía el diariero, los vendedores de chipa, bollos, y otros alimentos que por su bajo costo eran adquiridos por los pasajeros. Los personajes permanentes que eran conocidos por todos. Uno de ellos, llamado con el apodo de Quique se movilizaba con dos muletas.

 Quique era corpulento, desaliñado, con pies grandes y una voz ronca que decía ¿tené platita? La gente no siempre le daba, porque creían que el pedía para otra persona, eso lo contrariaba y presentaba humores cambiantes que iban desde la impotencia a la bronca.

 Los chicos de la calle a veces lo tomaban de punto y lo invitaban a boxear, él se prendía, pero nunca buscaba lastimar a un niño pese que podía hacerlo porque tenía las manos grandes. Era como un juego o entretenimiento o un desahogo de tanta impotencia. Un mediodía se cruzó con un tipo semi alcoholizado que lo desafió:

¿Así que vos sos boxeador?

– ¡Si soy le respondió Quique!

¿Quiero ver si sos bueno entonces? -agrego el hombre.

Al acercársele, nuestro personaje soltó las muletas y le metió una mano que lo derribó; enardecido se levantó y se fue con todo sobre la humanidad de Quique, que se sujetó en una columna para no caerse. La gente grito enardecida para evitar que sea lastimado. Por suerte un valiente policía “copa la parada” y le advirtió al sujeto que si intentaba agredir al muchacho indefenso lo iba a llevar preso. El hombre se contuvo y el público respiró aliviado.

Era común encontrarlo con frecuencia, con su latiguillo ¿tené platita?, a veces sonreía solo o murmuraba con bronca, como que estuviese enojado con el mismo.

 No podemos afirmarlo de un modo categórico, pero quizás Quique padecía “Acromegalia”, esa enfermedad incurable que produce un crecimiento anormal en las manos, en los pies, en la cara, mandíbula y ojos y un considerable deterioro en las áreas psico emocionales, perturbaciones en la memoria, adopción de estrategia equivocadas en la toma de decisiones, modificaciones en la ansiedad o síntomas depresivos. Esa enfermedad suele ocasionar diabetes e hipertensión arterial y disminución de 15 años en la esperanza de vida.

Si esto fuera así su final sería muy triste, los constantes cambios en sus estados anímicos parecieran corresponder a ese cuadro clínico. La terminal entonces era su vida, con todas las limitaciones, aunque fuese poco algo de contención allí hallaba.

 La terminal fue quedando chica, los ómnibus de gran porte, tenían dificultad para maniobrar en ese espacio reducido, la gente entendía eso, pero se resistía a un traslado distante que le obligaría a realizar otros gastos para llegar al centro.

 El avance de la cantidad de medios de transporte torno inevitable el cambio de sitio de la misma, que se trasladó finalmente a Santa Catalina y avenida Quaranta, con mayor espacio y salidas de los micros que cubrían trayectos de larga distancia. La gente se resistió en principio, pero finalmente acepto que el progreso trae aparejado muchos cambios.

No se sabe a ciencia cierta si Quique apareció por la nueva terminal, creemos que no, tal vez por desconocimiento, o por un acto de protesta de haberse quedado sin ese lugar que era su cobijo diario, donde se sentía cómodo. Tal vez sus recurrentes problemas de salud le impidieron acercarse.

 Con el traslado se perdió parte de la historia misma de la ciudad. Ese ruido constante se convirtió en silencio, para luego ser reemplazado por un espacio cultural; y nos quedamos pensando que fue de Quique que siempre venía.

 Quizás el no estaba pidiendo dinero cuando decía ¿tené platita?, estaba pidiendo cariño, que le hacía falta, y mucho.

Ramón Claudio Chávez.

www.ideasdelnorte.com.ar

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7 respuestas

  1. Una pequeña historia magistralmente contada con un dejo de nostalgia. También en la vieja terminal de Apóstoles hubieron personajes similares, a los que los borró el tiempo y el progreso.-

  2. La parada, porque así era antiguamente, no se decía la terminal, recuerdo de chico, no sé cuántos años tendría, no más de diez así que debió ser por los 80′; fuimos a esperar a mi abuelos que vinieron de Buenos Aires en avión muy temprano y había ahí un personaje que era mudo o poco se le entendía; la cuestión es que estábamos de jolgorio con papá saludando y hablando con los abuelos recién llegados después de años de no verlos y este señor que deambulaba por la playa de colectivos nos grita y hace señas muy ofuscado, entonces vemos que estaban izando la bandera en la plaza MITRE, en ese momento tocaron la diana y todo fue silencio el mudo estaba firme haciendo la veña como otro policía mas demostrando su respeto.
    Que tiempos aquellos! Cuántos valores perdidos hoy día seguramente pasaría algún motociclista “al corte” cómo dicen haciendo el mayor de los escándalos sin ningún miramiento.

  3. Las terminales de colectivos son lugares cargados de ansiedad, esperas,encuentros y despedidas. Todo un puñado de emociones simultáneas y contradictorias que se mezclan en el caldero de la vida. Quizás la estridencia de esos personajes pintorescos que pululan por allí, es para recordarnos que todo es una gran escena y sus lágrimas y risas tienen su final. Todo pasa.

  4. “Historias de terminales de ómnibus”… Bien podría ser el título de un libro que recopile estás historias. Me haces recordar a estos personajes que fueron quedando en los andenes de la historia. Un gran abrazo Claudio.

  5. Hermoso escrito lleno de maravillas. Desde leer y revivir algún recuerdo cuando se llegaba a esa parada/ terminal. Gracias por hacer de tus escritos un puente hacia el pasado, con memorias de lugares, de personajes que existieron y fueron observados por muchos de los que llegábamos. Y hoy quedan para siempre en la mente y en estas historias.

  6. Que lindo escrito. Historias de vidas de esa gente. esa mezcla de pieles oscuras y claras, manchadas con la tierra colorada.. tenía 16 años la primera vez que la fui. Todo era tan diferente. El picole ! No sabía que era. Leer tus relatos no solo me agradan sino que me transportan a esos tiempos de mis padres muy jóvenes. Enseñándome y cuidándome tanto.
    Gracias por estos relatos! Gracias por publicar y llenarme de gratos recuerdos. Un abrazo!

  7. Como dice Griselda son historias de vida de un tiempo hermoso para nosotros que llegábamos del interior y veíamos todo lo nuevo que nos ofrecía la Ciudad Capital. Yo también cuando conocí la Ciudad y la terminal, que llegaba y tomaba el urbano para ir a desayunar a MAMÁ CHIPA RICA con la mejor pizza del mundo. Que época hermosa llena de sueños que vivimos a partir de pasar por La terminal o La Parada de nuestro tiempo. GRACIAS POR TANTO QUERIDO RAMÓN CLAUDIO. ABRAZOS TOTALES DE TU FERVIENTE ADMIRADOR Y AMIGO LUPIN.

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