EL CASO MANUEL.-

EL CASO MANUEL.

Los hechos policiales son rápidamente conocidos en las ciudades pequeñas o en poblados con pocos residentes, por su trascendencia, el imaginario popular lo convierte rápidamente en comentario obligado del lugar.

Manuel era un joven de 22 años que trabajaba en la chacra de su hermano, ubicada en los suburbios de una pequeña localidad del interior.
Salía muy poco a las reuniones sociales, aunque podía hacerlo los fines de semana. Era un típico “gringo de la colonia” habituado a las tareas rurales y poseía por el trabajo una buena contextura física.

 Por las tardes iba al almacén del pueblo a buscar provistas solicitadas por su hermano, generalmente regresaba luego de ello a la chacra. Era cordial con las personas a las que cruzaba en el trayecto saludándolos con las manos o expresiones breves que eran respondidas por los demás.

 En el camino hacía el almacén cruzaba frente a una vivienda con alambrado hacía la calle, donde vivía una joven llamada Carmela, junto a sus padres y hermanos.

Carmela andaría por los dieciséis años, era morena, de cabellos castaños y ojos claros que resaltaban su belleza. Manuel no podía evitar observarla, pero por su propia timidez no intercambiaba palabra con ella.

 Fue la chica quién tomo la iniciativa y comenzó a saludarlo en su paso, el respondía siempre con respeto y un poco de vergüenza, ante la sonrisa de la joven. Los hermanos más chicos se burlaban tratándolo incluso de “pelotudo”.

 Una tarde Carmela le pregunta:

¿Por qué vas tan apurado? –

 Sin detenerse:

 ¡Le dice que iba en busca de mercaderías para la casa y que tenía trabajo pendiente en la colonia! –

Cuando el gringo venía casi todos los días giraba su vista para apreciar si la bella joven estaba en el patio de su casa; la conversación se tornó un poco más extensa pero no en demasía porque él tenía miedo de meter la pata. Los hermanos menores continuaban con las chanzas.

Un 30 de noviembre a las tres de la tarde, ocurre un hecho inesperado, en medio del trayecto Manuel ve que Carmela está sola sin la presencia de sus hermanos menores; al llegar a la vivienda ella le llama y le dice:

– ¡Quiero hablar con vos! -él se acerca.

 Le invita a trasponer el alambrado y tomándolo de la mano lo lleva hacia un pequeño matorral donde no eran divisados. Lo abraza con fuerza y comienza a besarlo ante la contrariedad del muchacho que no sabía cómo actuar. El final de tanto fervor no pudo ser otro que un encuentro sexual apresurado propio de jóvenes de dicha edad.

Carmela le dice ándate rápido para que nadie te vea y Manuel sin reaccionar se viste para marcharse hacia a su destino. El muchacho partió “embelesado” por la aventura vivida y con el aroma de la joven en su piel.

Esa tarde se olvidó de la mitad de las cosas que debía adquirir y regreso nervioso a su domicilio. Su hermano lo encontró raro y le llamo la atención; el sentía un gran respeto por él.

– ¡Anda al almacén y trae las cosas que falta!

¿Qué tenés en la cabeza?

Inmediatamente aparece en el lugar uno de los hermanos de la joven y le dice a Manuel:

– ¡Mi papá quiere hablar con vos ya! –

¿Qué macana te mandaste? -le interrogo el hermano.

 Con miedos y nervios Manuel recorre el camino desde la chacra hasta la casa de Carmela. Allí lo esperaba, Secundino, el progenitor con rostro de pocos amigos y gesto adusto.

– ¡Pasa vamos a ver como acomodamos el desastre que hiciste! –

La jovencita estaba acierta distancia callada ante la severidad de su padre. Manuel pide disculpas ante la evidencia y recibe como respuesta:

– ¡Nada de disculpas el abuso que cometiste no se arregla así nomás!

– ¡Van a tener que casarse o si no te vas a pudrir en la cárcel- agregó en seco!

 Manuel intenta explicar que no podía hacer eso, no tenía un trabajo permanente y dependía de su hermano, resultaba imposible sostener un hogar.

Más enérgico aún el padre a boca de jarro le dice:

– ¡Esto no va quedar así, tienen que casarse, aunque coman picadillo todos los días!

– ¡Ándate a tu casa, habla con tu hermano y nada de andar haciendo macanas, si mañana a la mañana no tengo tu respuesta, prepárate para el calabozo!

 La chica no emitió palabra alguna y Manuel se marchó destrozado. Le cuenta lo sucedido a su hermano y este lo reprende duramente tratándole casi como un delincuente.

Fue la cuñada quien trato de mediar y sugirió a ir a hablar con el Juez de Paz del pueblo esa misma tardecita. El hombre de la justicia bastante molesto los atiende en su casa y escucha la historia narrada por Manuel y su hermano.

 Reflexiona un poco y le contesta lo siguiente:

– ¡Mira muchacho lo tuyo es muy grave, creo que no tiene solución si no te querés casar!

Manuel lo interrumpe y le dice Señor Juez:

– ¡No es que no quiera no tengo con que mantener la familia!

– ¡Entonces hay solo dos caminos, la cárcel o escaparte a Estados Unidos o China! -concluye el funcionario.

Se van en medio de los reproches hacia Manuel:

– ¡Viste como dejaste a nuestra familia, nos desprestigiarte en todo el pueblo!

En vano trato de explicar que no era el culpable de todo lo que había acontecido, se sintió maltratado y abandonado. No pudo conciliar el sueño, a las dos de la madrugada en medio de la confusión, adopto una decisión drástica, agarro una manta, un abrigo y se marchó sin saber hacia dónde ir.

 Mientras su compañera era la soledad caminaba tratando de alejarse del pueblo, sin rumbo, no tenía dinero, logística o alguien que lo ayudara. Evito los caminos transitados y los lugares poblados ante el temor de que la policía estuviese tras sus pasos. Conocedor de las chacras dormía por las noches en los mogotes y se alimentaba con frutas de estación.

 En su paso por la clandestinidad, sin saber llegó hasta Virasoro en la Provincia de Corrientes, donde vivía otro hermano suyo de nombre Esteban, se dirigió a su domicilio y desde el principio al fin le conto los acontecimientos que lo atormentaban.

Esteban lo escuchó atentamente, le preguntó:

¿es cierto lo que me decís?

– ¡Te juro por nuestra madre! -le respondió

– ¡Vamos a buscar un abogado no podés andar huyendo así!

El profesional le dijo que había que probar lo que decía y que tenía que pasar unos días preso, mientras se descubría la verdad. En ese camino le pidió al Juez que fijara una fecha para realizar un careo con la chica. Lo que ocurrió.

 Carmela vino al Juzgado acompañada por su padre; el secretario le advirtió que la audiencia era con la señorita no con él; estarían presentes, el Juez, el Fiscal, el Defensor de Pobres, Menores y Ausentes por la edad de la joven, un escribiente, el secretario, Carmela, Manuel y su defensor.

 Manuel estaba nervioso y permanecía en silencio, el Juez le dice a la chica que cuente como sucedieron los hechos:

– ¡Yo estaba en casa y pasó Manuel, cuando me ve se arrima y cruza el alambrado, tenía un machete en las manos, me agarra del cuello de atrás con un brazo, en el otro sostenía el machete, comienza a bajarme la ropa y me viola!

Manuel se sobresalta y le dice:

– ¡Mentira, me estás mintiendo a mí y a todos tus superiores que están aquí! –

El Juez con sagacidad le dice a la joven:

– ¡Así como usted cuenta este hombre tenía tres manos, una donde le tomaba del cuello, la otro donde sostenía el machete y con la tercera le bajaba la ropa!

Carmela termina reconociendo que había mentido a instancias de su padre y Manuel recupera su libertad.

Creemos que tanto Carmela como Manuel se gustaban, lo que podría ser una historia de amor termino mal por los terceros que actuaron equivocadamente.

Ambos siguieron caminos distintos y cupido falto a la cita.

Ramón Claudio Chávez.

www.ideasdelnorte.com.ar

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4 respuestas

  1. Estimando Escritor, no solo es una linda historia , es una historia que refleja lo que ocurria y aún ocurre en nuestras chacras y parajes ,no solo de Misiones ,sino en toda la geografía nacional .Ocurre por que somos tan tímidos, miedosos y carecemos de toda esperiencia y por supuesto maldad .Asi quedamos marcados por la sociedad y con el corazón destrozado!!! GOSTEI MEU HIRMAUN !!!

  2. Seguramente en habrán sido muchos los casos similares a este. La ingenuidad y la tentación al acecho son una combinación peligrosa, las consecuencias se dirimieron en los estados judiciales o en forma intrafamiliar. Es la vida

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