ANECDOTAS DE GUIMA.

CHIQUITO GUIMARAY.
FOTOGRAFIA ACTUAL DEL ANTIGUO BAR PICHACA.

ANECDOTAS DE GUIMA.

  Cuando Pascual Pérez se presentó al gimnasio con la intención de dedicarse al boxeo, fue rechazado por el entrenador con el argumento que poseía un cuerpo famélico para la actividad. Pascualito insistió ante la mirada irreverente del preparador dispuesto a decirle que se retirara. En ese momento, cruzo cerca de los dos hombres una mosca y el profesor le dice:

– ¡Agarre esa mosca!

Pérez movió inmediatamente su mano y la agarro, apretándola para que no se escapara. El hombre se sorprendió por la rapidez con que actuó el aspirante a boxeador, le dijo que se quede.

Pascualito Pérez fue el primer campeón mundial argentino de boxeo en la categoría mosca. Algunos dicen que fue el mejor de todos.

 Chiquito Guimaray, Chiquito o simplemente Guima, vivió según contaba un tiempo en Buenos Aires; él también era “categoría mosca”, se dedicó un tiempo al boxeo, contaba haberse fajado con tipos de mayor peso y estatura que él.

Ese aire provocador le gustaba exhibir en los circos que venían a Apóstoles, cuando el presentador preguntaba si alguien del público se animaba a pelear con el oso, Chiquito se metía.

 Este personaje popular tenía historias al por mayor, la gente que lo escuchaba lo festejaba, pero también estaban los que le reprochaban verlo casi siempre con alguna copa de más.

Una nochecita de invierno cruel, en medio de una llovizna fina y persistente me cruzo con Guima en las inmediaciones del Almacén de Pichaca, estaba sentado en el cordón haciendo gestos. Pensé que me iba a pedir “puchos”, pero me sorprendió con otra frase:

– ¡Mi cabo, necesito que me haga un favor!

Guima hablaba con cualquiera, ya sea con el médico o con el tarefero, por lo que no me extraño que me encarara. Me sorprendió que me otorgara rango militar, aunque eran los tiempos del proceso. Todos sabíamos que él era de la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI)[RCC1] .

¡Que te pasa Chiquito? -le interrogué.

– ¡Mi cabo necesito que me acerque hasta mi casa porque me cuesta caminar!

– ¡Si estuviste en el Bar de Pichaca no me extraña, se te fue la mano con el trago!

– ¡Me jorobó la mezcla, estaba jugando al billar con el polaco Chijanowski y se terminó el vino, le entramos a la cerveza y eso me fusilo! -concluyo.

Lo levanté tomándole de las manos y comprendí que no lo podía soltar, porque el amigo no podía mantener la vertical.

¿Usted sabe dónde queda mi casa mi cabo?

– ¡Claro que se al otro lado de la avenida 9 de Julio!

– ¡Ahí mismo, diga que me encontré con usted, porque no si iba a poder llegar! -expresó.

El frío y la llovizna nos acompañó en ese trayecto de algo más de una cuadra y media para llevar a la vivienda. Avanzamos abrazados; y de no ser que Guima era categoría mosca andaríamos más por el suelo que por el camino, así y todo, me cargada diciéndome que gracias que lo encontré iba a poder llegar a mi casa.

¿Dónde quedaron tus cosas? -lo interrogo.

– ¡En lo de Pichaca o en lo de Alipio, porque creo que de allá venía!

– ¡Ellos guardan mis cosas, el portafolio y cajón de lustrar zapatos!

Con picardía me conto que días pasados le lustro un zapato negro a un tipo a la salida del cine; el tipo tenía puesto una media blanca; en el apuro le mandé betún a la media y se quiso enojar.

– ¡Le aclaré enseguida donde se ha visto, media blanca con zapatos negros, vení un día que voy a enseñar a vestirte!

– ¡Cuando me insulto le dije guárdate la plata de la lustrada, no soy ningún seco!

– ¡Hay gente jodida en el pueblo, se mandan la parte y no son nadie! -dijo.

 Guimaray vivía en ese desnivel de la 9 de Julio hacía El Chaquito, por donde corrían los desagües los días de lluvia, por esa razón el barrio era conocido como “el bañado”; los caminos eras resbalosos después de las lluvias y las valetas profundas.

Pese a la situación y el estado de mi acompañante cuando llegamos al acceso a su casa me advierte:

– ¡Tenga cuidado con los escalones, son varios y de tierra, no se vaya a resbalar porque nos caemos los dos!

Bajamos con cuidado y me indico que girara hacia la derecha, la puerta de acceso tenía solo un cerrojo corredizo. Entramos en medio de la oscuridad, me indico con precisión donde había fósforos para encender el pequeño farol de mecha a kerosene.

Pensé encontrar todo desordenado, pero el piso de tierra estaba barrido y la cama de una plaza arreglada correctamente. No le pregunté si era el quién limpiaba su pieza o era otra persona.

Me despedí amablemente y comencé a subir con cuidado los escalones, mientras escuchaba su voz diciendo:

– ¡Muchas gracias mi cabo, cuídese!

 Mientras el invierno crujía, me fui pensando en el encuentro casual con el personaje del pueblo, y la certeza que la compañía de Guima me alegro la noche.

Ramón Claudio Chávez.

www.ideasdelnorte.com.ar


 

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8 respuestas

  1. Estimado Ramón CLAUDIO, perfecto te salió el relato anecdota ,porque como tu cuentas ,ése gran personaje era extrairdinario y lleno de vivencias que tal vez nadie realmente conoce .En nuestro caminar por la noche de Apóstoles nos hemos encontrado mil veces , tanto en el Cine Rex como en el famoso Bar Rex ,de nuestro amigo Mariano Kricaico …me quedo por acá para no acerte muy largo el comentario. ABRAZOS y hasta la proxima querido amigo Escritor. LUPIN.

  2. Una anécdota entrañable, no recuerdo al personaje aunque supongo que debo haberlo cruzado alguna vez en los lugares que frecuentaba.
    Bares en dónde se podía compartir sin problemas, no como ahora que andan de peleas todos los días.
    Eran otras épocas.

  3. Será que fue casual ese encuentro? A veces circunstancias inocentes propician oportunidades para conocer nuestros kilates. Estoy seguro,y usted sabrá Doc. Que en este caso, el buen samaritano termino olvidándose de las inclemencia. Por dentro estaba había salido el sol

  4. Cómo siempre, un excelente relato. En aquella época, era imposible “salir” al “centro” y no encontrarse con Chiquito o con Santos Ramírez.

  5. Que linda historia. Personajes de Apóstoles que quedaron en la vida de esa gente, cómo decía mi viejo, llenos cosas raras, secretos de familia en las esquinas de tierra colorada, dolores no contados. Tu relato lo dice todo. Me encantó!!

  6. Hay un dicho que dice: ‘el mejor bien es el que se ha perdido’ (algo así) yo conocí a ese personaje pero nunca le hablé porque desconocía sus vivencias. También viví muy poco en Apostoles

  7. En dos trazos el esbozo definido de una época, con sus actores, aquellos que como siempre, quedan detenidos en un remanso de la vida. El Guima se sigue repitiendo. Hay un misterio en estos seres que el devenir los desplazó a un costado del camino.

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