EL GORDO DE NAVIDAD.
Los juegos de azar han existido en forma permanente, a veces estos son controlados y realizados por el mismo estado, pero siempre estuvieron presentes los juegos clandestinos.
El estado nacional manejaba la denominada “lotería nacional”, unos billetes de cinco dígitos que se sorteaban semanalmente con interesantes premios, pero el más importante, el más deseado era el denominado “Gordo de Navidad”; el premio era millonario y el costo del billete superior al que se sorteaba semanalmente.
Mucha gente gano dinero y también se fundió en la timba, las campañas de juego responsable tratan de controlar esa adicción al juego para proteger la economía de los apostantes.
Las provincias también tenían sus propias loterías, que sorteaban con los mismos números de la nacional, pero ellas se encargaban de la administración.
Hay muchísimas historias de jugadores de lotería, de sus cábalas, de sus alegrías y también, de sus fracasos. Muchas personas juegan el mismo todos los años, si ganan suelen decir, hace treinta años que lo “vengo siguiendo”.
La lotería correntina tenía muy buenos premios y mucha aceptación, porque la gente decía que los premios del “Gordo” siempre salían en Buenos Aires.
Una señora mayor, que vivía en las afueras de Paso de los Libres, probó suerte una vez y se compró un billete para Navidad; como las comunicaciones eran dificultosa no tenía forma de enterarse de cuál había sido su suerte. Después del sorteo apareció en su vivienda, mientras ella estaba trabajando en su huerta, la persona que le vendió el billete, con una bolsa de arpillera cargada de billetes de baja denominación.
– ¡Deje es azada doña, gano la lotería y no necesitar trabajar más!
¿Enserio?-interrogó sorprendida.
– ¡Si aquí le traje su dinero!
La mujer le entrego el billete y el hombre se retiró campante luego de haberle pagado menos del 10 por ciento de lo que realmente gano. El hombre mejoró de fortuna, pero al poco tiempo se enfermó y no pudo disfrutar de la “plata mal habida”.
En el año 1978 según referencian conocedores de la historia, el número beneficiado en el sorteo navideño fue el 51.050 que no fue vendido porque nadie quería comprar ese número que terminaba con el número 1050; el mismo que tenía la circular del Banco Central y que dejó en la lona a miles de personas.
Por ese entonces, los números y rendiciones que se hacían a la lotería nacional, eran remitidos desde Posadas por medio del Hidroavión que descendía en las aguas del Río Paraná. El agenciero, a sabiendas que ese número no fue vendido y aprovechando el mal tiempo reinante que impidió la partida de aeronave, se dirigió al puerto y cambió la planilla de rendición retirando el número ganador. Todo quedó en la nada comento un asiduo concurrente a los cafés de la ciudad.
En la provincia de Entre Ríos, un señor adquiere un billete del gordo navideño y antes del sorteo fallece. Los familiares anoticiados de la suerte del difunto, dejan de lado los momentos del duelo y buscan afanosamente el billete en la casa. No lo encuentran.
¿No lo habrá guardado en el traje dominguero con el que fue enterrado? -se preguntaban.
Solicitaron autorización para exhumar el cadáver y se encuentra con el cuerpo inerte en ropa interior. Encaran a la persona encargada y este finalmente cuenta que dos personas le pidieron “realizar el trabajo”, porque había un documento importante. El traje del muerto afortunado estaba a la venta en una sastrería del pueblo.
Van al negocio, uno dice que quiere ese traje, cuando el vendedor lo baja con la percha, los familiares se abalanzan sobre la prenda dominguera y encuentran en el bolsillo el número de la grande.
No sabemos si la persona fallecida apreciaba de verdad a sus familiares, a ellos mucho no les importo sino la herencia que por esas cosas del destino le dejó.
Ya vendrá otra Navidad para que los niños cantores mencionen el número ganador, y uno de ellos agregue:
– ¡Primeeeer Premiooooooo!
Ramón Claudio Chávez.
www.ideasdelnorte.com.ar
3 respuestas
Interesante el comentario como lo haces abitualmente, recuerdo algunas veces, mi padre compraba una porcion del “Gordo de navidad” pero sin la suerte de salir ganador ni en las últimas cifras.
La banca siempre gana, pero la ilusión del dinero fácil está siempre presente. Buena pincelada de algo que asevera que “de ilusión vive el hombre”.
Que bárbaro! Lo que hace la plata, transforma a las personas a algunas para bien y otras sacan a relucir sus más bajos instintos