FOTOGRAFIA DE NICK UT-PREMIO PULITZER-AÑO 1973-
FAMILIA DE KIM PHUC.
“LA NIÑA DEL NAPALM”.
Cuando Muhammad Alí se negó a incorporarse al ejército estadounidense para alistarse a combatir en la guerra de Vietman en la cúspide de su carrera deportiva, fue acusado de arrogante, desertor del pueblo americano.
Le quitaron las licencias de boxeador, y lo condenaron a prisión y el pago de una multa. Alí respondió:
– ¡Pueden preguntarme lo que quieran sobre la guerra de Vietnam y siempre me escucharan decir lo mismo, no tengo problemas con los Vietcong, no voy usar un arma para disparar contra ninguna persona!
La historia y el tiempo colocarían las cosas en su lugar.
Decenas de veces hemos apreciado esa icónica fotografía de la niña desnuda corriendo desesperada, con los soldados americanos a sus espaldas.
Kim Phuc tenía nueve años el 8 de junio de 1972 cuando corría llorando de dolor a causa de las bombas de napalm que el ejército de Estados Unidos arrojó sobre Tran Bang, su aldea en Vietnam del Sur. El 65 % de su cuerpo estaba quemado, por lo que la niña en la desesperación decidió quitarse la ropa.
Nick Ut fotógrafo de Associated Press capto la escena, junto a otras de tan grave momento. Esa fotografía le otorgo al reportero gráfico el premio “Pulitzer” en el año 1973 y otros reconocimientos.
El amigo Fidel Martínez nos envió un “paper” muy interesante sobre la vida de Kim, donde se evidencian con nitidez las secuelas de la guerra, que perduran por muchos años más de lo que a veces creemos.
Pensamos que Kim Phuc pese a ser una niña, era una prisionera de esa guerra y que, en su carrera en busca de ayuda, también era inconscientemente un camino hacia la libertad.
Le arrojaron agua en el cuerpo de la niña, la arroparon, y Nick en la camioneta de la agencia la condujo hacia el hospital; donde no quisieron atenderla por las quemaduras que tenía en su cuerpo. Nick que tenía 21 años exhibió su credencial de “corresponsal de guerra”, y amenazó a los médicos que, si la niña no era atendida, publicaría al día siguiente fotografías de los hechos con una nota que en ese Hospital se había negado a recibirla, por suerte fue luego internada.
El fotógrafo expreso luego a la prensa que “Lloró cuando la vio corriendo, que necesitaba ayudarla, si algo malo le ocurría y moría, creía que se hubiera suicidado”.
Kim estuvo 14 meses internada en el Hospital, quería desparecer; diez años después se convirtió al cristianismo y la fe la ayudo a abrazar la vida de nuevo.
Solía repetir que odiaba esa foto, tan pequeña.
¡Por qué me la tomó? Era una niña desnuda que huía, fea y avergonzada.
Quiso estudiar medicina en Vietnam y no le autorizaron; le permitieron viajar a Cuba para asistir a la Universidad, allí conoció a Bui Huy Toan, vietnamita igual que ella, con quién inició una relación para casarse en 1992.Viajaron a Moscú para celebrar la luna de miel; y al regreso, el avión hizo escala en Ontario, Canadá, donde descendieron y solicitaron asilo político.
Phuc sufría frecuentemente dolores físicos y la diabetes le nublaba la vista, por lo que estuvo largo tiempo en tratamiento. Hoy tiene 60 años, 30 de casada y ya es abuela.
Estando en Estados Unidos en el año 1996 se reunió con veteranos de Vietnam y nació la idea de crear la Fundación Internacional Kim Phuc, cuya misión sería cuidar a niños que sufren consecuencias de las guerras.
– ¡No me voy a poner del lado de ningún país!
Eligió dos imágenes, una que mostraba personas heridas, civiles, que nada tenían que ver con el conflicto. La otra la icónica de la chica corriendo desnuda por las quemaduras producto del bombardeo con napalm. “Es un mensaje en contra de toda guerra, de cualquier guerra”.
Nick Ut se convirtió luego en fotógrafo del jet-set, pero siempre mantuvo contacto con Kim, de quién se considera un hermano mayor, un caso extraño porque los fotógrafos no suelen conservar relaciones amistosas con personas a quienes fotografían.
En un libro que escribió la niña de la historia, comento que los dolores en el cuerpo no habían finalizado, viajo a Alemania para tratarse, pero recién en 2016 encontró la solución con una médica dermatóloga de Miami, quién con aplicación de laser logro que desapareciera el dolor en las cicatrices de sus heridas. Siempre pensé que el alivio llegaría recién en el paraíso, pero ahora la tierra me enseño lo contrario.
Se convirtió en Embajadora de buena voluntad de las Naciones Unidas. En una oportunidad le preguntaron:
– ¡Que le diría al piloto del avión que arrojo la bomba de Nepal sobre su pagoda!
– ¡Que ya no se puede cambiar la historia!
Al fin de cuentas tanto Muhammad Alí, como Kim Phuc, desde distintos lugares, están hablando de la “Paz”, no de la “Guerra”.
Ramón Claudio Chávez.
www.ideasdelnorte.com.ar
5 respuestas
Todas persiguen el mismo fin, el dinero todas las guerras son por lo mismo
Un relato histórico, corto, verdadero y triste. El poder del mundo desde un lugar lejano crea e inventa las guerras en tierras siempre lejos de su país. Luego vende las armas. Y curiosamente interviene en la declaración de Paz. Llena páginas de diarios, revistas y sitios de internet echando culpas a los otros, mientras por atrás aviva el fuego y envía armas mortales bajo la excusa de colaborar para el fin de la guerra.
La hipocresía, el desprecio por el ser humano, todo un asco.
Este relato en parte nuestra esa realidad que vivimos. Se habla mucho de la guerra de Ucrania, cómo si no hubiera otras guerras constantes en lugares que, o casualidad, siempre está el mismo protagonista.
En fin….un relato que hace pensar en el mundo que vivimos….abrazo!
Detrás de esta desgarradora historia que interpela la condición humana hay un mensaje de la paz de espíritu que se logra con el perdón. La niña Kim, siendo adulta mayor durante una de sus tantas conferencias se le presento el piloto que bombardeo su aldea. Se abrazaron llorando y el perdón liberador se impuso. Quizás la última cicatriz del alma, la más difícil de curar.
Siempre x la paz y la libertad. Las creencias, la fe, lo espiritual son un gran sostén para salir adelante a pesar de las heridas.
Un recuerdo doloroso que nos entristece porque no hemos aprendido nada y nuestro violento espíritu sigue sembrando la muerte hoy en tantos lugares del mundo, la heroica Ucrania, por ejemplo.