ESTA IMAGEN PUEDE TENER DERECHOS RESERVADOS.

LOS GOMIAS DEL RIOBA.

Los seis eran amigos de toda la vida, del mismo barrio, del mismo potrero, del mismo colegio, se hacían las “rabonas” entre todos. Se conocían de pibes, y se habían criado juntos. Se sentaban, por las tardes, en los muros bajos de la casa del “gaita” Alfonzo; un gordo macanudo, que tenía una panadería a dos cuadras del lugar, y se ponían a “chamuyar sin arrugues”, porque el gallego los autorizaba.

En sus casas era el Gordo, el Flaco, el Negro, el Chino, la Morocha y la Colorada. Cuando se juntaban, en ocasiones “verdeaban” o simplemente “chamuyaban” Se la pasaban juntos, jugando a la pelota, yendo al cine, saliendo de fiestas.

El camino de la vida los fue llevando por distintas “yecas” El Gordo logró recibirse de contador, y se casó con una “mina de guita”, bastante mayor que él, los “gomías” lo apodaron “el Yigoló”. Dejó de vivir en el “rioba”

El Flaco se hizo músico, y comenzó a “yirar” por el mundo; tenía buen oído musical y manejaba la “viola”. De espíritu aventurero, se enganchaba en bandas de rock de poca monta, hasta que con tres músicos armaron la propia. Para la “barra” el Flaco fue definitivamente “Spinetta”.

El Negro se hizo policía, ingresó en la Bonaerense; se quedó en el “rioba”, lo apodaron “el Ortiva”. Laburaba en la “yuta” relacionándose con “chorros” de las “salideras de banco”, u otros que pretendían “aceitar” para no terminar cayendo en “la Alcancía”.

El Chino estudió medicina, se recibió de médico, realizó la residencia en varios hospitales del gran Buenos Aires; y luego fue planta permanente del Hospital Fernández. Se iba en “bondi” al “laburo” donde lo esperaban los pacientes y, también los “balurdos” de los Hospitales Públicos. “Gambeteaba” lo que podía, pero no pudo evitar el mote de “el Curandero” que le enchufaron de prepo.

La Morocha estudió Magisterio y ejerció la docencia en distintos lugares; comenzó a “noviar” con un profesor, con quién terminó “acoyarada”. Amaba su profesión, trataba de que los “bepis” aprendan para sostenerse en el futuro. Era una linda “papusa”, de contagiante alegría. Para la “barra” dejó ser la Morocha para convertirse en “Rosario”; en honor a Rosario Vera Peñaloza.

La Colorada siempre fue “zarpada” no le interesaban las carreras tradicionales; estudio teatro y se hizo actriz, se fue a vivir a Buenos Aires, mantuvo algunos contactos con la “farándula”, vivió con su “prontuario” de bohemia, y como buena “papusa” romances intensos.

Para los “gomias” era la “Bataclana”, porque decían que vivía sin “laburar”, de “filo en filo”, de “birra en birra”; y de show en show.

El Yigoló, Spinetta, el Ortiva, el Curandero, Rosario y la Batablana; no eran ningunos “lentejas”, eran rápidos de la “sabiola”, dominaban el “chamuyo” del “rioba”, buenos “parladores”; las “minas”, “papusas” ellas, “vampiriaban si era necesario. Tuvieron algunos “flirteos” entre ellos, pero primó la amistad de purretes que traían en su historial. Se pegaron alguna “turca”, pero no abandonaban los códigos que eran como un culto.

No era “Segurola y La Habana”, no había motivo para ello, siempre buscaban la forma de comunicarse. Mientras estaban en el “rioba” el muro del “gaita” Alfonso era un buen refugio, alguna salida en “barra” propiciada por los “chabones”, algo de “pilcha” y “guita”; y la juntada se armaba.

Los años fueron pasando, y los amigos fueron perdiendo el contacto; el “Ortiva” fue el único que se quedó, los otros se fueron. Sus nuevas familias y ocupaciones profesionales, sin querer los distanciaron; no perdieron el cariño que tenían, la “zabeca” era la misma. No así la distancia y el tiempo.

El Hospital Fernández, la Policía Bonaerense, los viajes de Spinetta, o el teatro de la “Bataclana”; ocupaban gran parte del tiempo diario de los “gomias” y no le permitían tomarse el “olivo” para una buena juntada.

El paso del tiempo era inexorable, hasta que un día, por casualidad, se encontraron todos en el “rioba”. Era el cumpleaños de la abuela de “Ortiva”, y él había invitado a todos los que habían sido sus “gomias”. La “barra” regreso por distintos motivos: el “Yigoló” por negocios, Spinetta por un concierto, el “Curandero” por una conferencia, Rosario por vacaciones, la “Bataclana” por una obra.

Al encontrarse fue como si el tiempo no hubiera pasado.

Se abrazaron, se besaron, se contaron sus vidas; recordaron viejas anécdotas, al “gaita” Alfonso, las “rabonas”, algunas “curdas”, bromas y otras aventuras.

Se rieron, lloraron, se emocionaron, se alegraron; y sobre todo se dieron cuenta que eran “gomías” como antes. Seguían queriéndose.

Luego de saludar a la abuela y a los presentes, decidieron salir de “farra” esa noche, como en los viejos tiempos. Fueron a una “bailanta” del “rioba” donde bailaron hasta el amanecer. Brindaron por la amistad, por la vida, por el reencuentro.

Al despedirse, se comprometieron a no perderse, a compartir retazos de sus vidas, esas que nacieron en ese “rioba”.

P/D. El cuento posee varias frases y palabras del Lunfardo.

Ramón Claudio Chávez

www.ideasdelnorte.com.ar

Compartir

6 thoughts on “LOS GOMIAS DEL RIOBA.

  1. Que bueno que está tu relato de hoy. Mezcla de un lunfardo aceptado, sin que nadie hable de la RAE y sus tontas reglas, y una historia de personas que no se olvidan de sus años de amistad a pesar del tiempo y sus destinos.
    Un reencuentro que fue por una fiesta y no por exequias, eso también me gustó, igual que la promesa sin tiempos ni fechas para volverse a ver ….
    Genial!!! Hermoso!

  2. Muy bonito…a 👇 líneas sobrevuela un aire de tango.
    La amistad verdadera dura toda la vida, y el reencuentro es mágico.

  3. Más allá del contexto rioplatense la historia se puede aplicar a otras realidades, incluso las del interior profundo. La diáspora de Miles de jovencitos, que tuvieron que partir de su terruño en busca de mejores oportunidades, y, que después de décadas la vida los bendice con un reencuentro lleno de recuerdos juveniles.

  4. Me trajo al recuerdo tantos amigos que se quedaron y fueron disipándose con el correr del tiempo , otros que por nuestra ocupación o compromiso los fuimos olvidando.Hoy me doy cuenta que fuimos muy ingratos con los amigos,con nosotros y con la vida.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *