LA RAELA LO HIZO DE NUEVO.

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FOTO DE ARCHIVO DEL DIARIO EL TERRITORIO.

LA RAELA LO HIZO DE NUEVO.

El sábado de primavera se prestaba para una salida romántica y divertida. La Raela con sus ojos brillosos de ilusión, me sugirió que la estudiantina posadeña era la mejor opción; y si “pintaba”, el boliche para coronar la noche.

No necesitó insistirme que yo me embarque en su idea, imaginando una noche llena de colorido y nuestro reconocido romanticismo explorado en tantas salidas. Pensamos que la noche sería larga, pero valía la pena.

Salimos de Apóstoles a las diecinueve, para no llegar tarde, en conocimiento de que la fiesta de los estudiantes siempre estaba repleta de público. Raela se vistió de sport con un jean rosado que resaltaba sus curvas, una remera con dibujos juveniles, una sandalia liviana y la frescura de su rostro bello.

Por entonces “la estudiantina” se realizaba en el centro de la ciudad, los colegios con sus carrozas, scola do samba, cuerpos de baile y reina, partían desde Roque Pérez por Felix de Azara hasta llegar a la gobernación, donde se instalaba un palco con la presencia del gobernador; allí los colegios desplegaban toda su energía en la coreografía para ser los mejores. Luego giraban por Bolívar hacía el oeste para finalizar en la calle Junín.

Fue imposible encontrar un lugar para presenciar el desfile frente a la gobernación, en razón de la cantidad de público instalado en el lugar. Pudimos ubicarnos sobre Bolívar, frente al Hotel Posadas. Nos sentamos en el cordón de la vereda para disfrutar del show.

La Raela se levantaba cuando pasaban las scolas do samba y bailaba al ritmo de la música, ante las miradas indiscretas de algunos, y las quejas de los parroquianos que ocupaban mesas y sillas de un restaurant del lugar. Siempre es complicado presenciar un espectáculo con la presencia de tantas personas; a ella no le importaba, mientras movía las caderas al mejor estilo del carnaval de Río.

Para hidratarnos fui a buscar algunas gaseosas que se vendían en envases de vidrio, no te querían prestar las botellas, ante el temor de que no se las devuelva o te enganches en alguna trifulca con algo tan peligroso en la mano. Esos recipientes plásticos que se usan en las canchas de fútbol fueron la solución.

El desfile fue un éxito total, coronado por el aplauso de la concurrencia, los chicos de los colegios impecablemente vestidos, lentejuelas, trajes y plumas para las chicas hermosas. Brutal.

Raela me dice:

– ¡Negro ahora tenemos el boliche, tengo que cambiarme!

Rumbeamos a la vieja terminal de ómnibus donde los baños estaban generalmente más sucios que limpios. No sé cómo se arregló ella que a los quince minutos salió con un vestido de bambula rojo, collares multicolores y labios pintados, para seguir disfrutando de la noche.

El boliche de Colón y San Martín estaba hasta las manos, repleto, nos metimos en la cola y pudimos ingresar mientras la música invitaba a la danza. No era una noche más, vinieron todas las reinas de los colegios, es decir las chicas más lindas de la ciudad. Tanta gente junta me incomodó un tanto, pero La Raela disfrutaba del lugar y la música, su alegría me contagió.

Me tomó de la mano e invitó a bailar, yo la seguí, había mejorado un tanto mi performance, pero no del todo; porque: “Lo que natura no da Salamanca no presta”. El “disc-jockey” movía las bateas con la música disco que comenzaba a imponerse: Led Zeppelin, Queen, Elton John, los inoxidables Rolling, tornaban electrizante la pista. No pasó mucho tiempo para que La Raela concitara la atención con su “sex-appeel” y el baile al ritmo de la música. La inconfundible voz de Donna Sammer, nos trasladaba a ese ritmo moderno con raíces africanas. No faltaron los rockeros nacionales: Manal, Sui Generis, Los Abuelos de la Nada, Pedro y Pablo con su “Marcha de la bronca”, Porchetto y Almendra.

Las luces psicodélicas del boliche transmitían un aura irreal de esa noche fantástica. La Raela de tanto girar estaba empapada de los pies a la cabeza, haciendo gala de un erotismo abrasador. Por suerte, vinieron los lentos, casi al amanecer para envolvernos en un abrazo intenso con cierta lujuria y frases de amor.

De pronto se encendieron las luces del local, para que las reinas de los colegios se tomaran fotografías. Cuatro vagos que estaban cerca nuestro, le dicen a mi novia:” anda vos que sos una reina”. No me cayó bien, pero mi hice el superado con una sonrisa falsa como aquellos que te saludan por compromiso. Cumplido el ritual, un poco más de rock y de nuevo los lentos para los enamorados.

Finalmente volvieron las luces, y otra vez música de rock, dando a entender que la fiesta estaba culminando. Salimos a la calle y nos encontramos con el sol de la mañana; algunos reían con unas copas de más, nosotros también.

Abrazados caminamos las cuadras para buscar el auto, no eran pocas, porque al arribar estaban todos los espacios ocupados. La brisa y los besos del amanecer, nos indicaron que lo que parecía lejos no era tanto.

Regresamos a la vieja terminal donde los colectivos salían con el pasaje hacia el interior. Nos metimos en los baños, y ella se cambió de ropa y yo metí mi cabeza debajo de una canilla de agua para despabilarme un poco porque debía manejar de regreso, luego de una noche plena de emociones.

Ya en la ruta, La Raela me comenta lo bien que había pasado, me cruza los brazos en el cuello y me pregunta:

¿Y vos Negro querido?

Le respondo:

“¡Muchacha ojos de papel

¿Adónde vas? Quédate hasta el alba

Muchacha pequeños pies

¡No corras más, quédate hasta el alba!”.

Ramón Claudio Chávez.

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8 respuestas

  1. HUUFFF…CUANTO LA ESPERE. LA RAELA, debe ser casi los cimientos de esta gloriosa pagina litetaria.No me defraudo, siempre fiel a su estilo.Describe lo lindo y lo angustiante que es SALIR con una bella y fascinante MUJER. Yo tambien la quiero conocer!!.

  2. A veces me pregunto si no me habré cruzado alguna vez con la Raela, seguro una señora de sesenta y pico que atrapada en su nueva vida, cada tanto, también se da el permiso o el placer de recordar las anécdotas con su novio Apostoleños.

  3. Jorge Mario Ovejero, ha respondido por mí.
    Y al leer el comentario de Cacho, también imaginé lo mismo.
    Seguramente la abuela Raela también de vez en cuando recuerda esa vida pasada.

  4. La aparición estelar de “La Raela” siempre seduce, una belleza juvenil decidida a disfrutar la vida, más allá del misterio del paso del tiempo y su insidiosa entropía.

  5. Que buen relato cargado de sentimientos y la drenalina propia de esa edad , nos hizo recordar a historias propias con nuestras Raela , gracias por desempolvar esos recuerdos.

  6. Que buen relato, cargado de recuerdos de nuestra estudiantina, cargado de adrenalina por querer que esos momentos duren toda la noche, cargado de ansiedad ante una duda y la certeza de ser el galán de la noche y no opacar a la estrella del relato, en fin siempre vale la pena leer al escritor e imaginar a “la raela”. Crack

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