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AÑO NUEVO, VIDA NUEVA.
Las fiestas de fin de año son un inevitable marco para el análisis de todos los sucesos o acontecimientos que, de un modo u otro, definen la vida de las personas.
Los amigos y la familia realizan un raconto pretendiendo dejar atrás todos los infortunios, buscando en la esperanza del año nuevo mejores aires en todos los sentidos.
Las pérdidas personales y materiales, son las primeras que aparecen en ese balance apresurado de los sinsabores que la vida inevitablemente nos depara.
Un día antes de la Navidad, La Raela con su regreso al pago nos llenó de júbilo.
Había sorteado con éxito el primer año de Facultad tanto en el cursado de las materias como en los exámenes finales. Ese proceso de adaptación que suele ser traumático lo superó con éxito. Allí no alcanza con el careteo, dedicación y horas de estudio; son necesarias para superar los escollos de la vida universitaria.
Yo estaba encantado con sus logros y con ese entusiasmo que desplegaba cuando hablaba de la Universidad.
La nochebuena pasamos con la familia, luego de la medianoche con los amigos en la plaza del pueblo. Seguimos brindando con los mejores deseos. Todo iba bien hasta las cuatro de la madrugada cuando apareció Alejo “mamado”
hasta la manija; venía desde el mediodía del 23. No había controles de alcoholemia, pero el amigo sobrepasaba cualquier medida. Se la “agarró con las chicas” de una manera burda. Fueron ellas las que decidieron terminar con el encuentro.
La decisión fue propicia para nuestro encuentro amoroso, ese que siempre anhelábamos por sobre cualquier acontecimiento. La madrugada se tiñó de besos apasionados, llenos de lujuria y palabras dulces.
El sol del 24 se mostraba pleno cuando acerqué a mi amada a su domicilio familiar, no se bajó sin antes regalarme un beso intenso de esos a los que me tenía acostumbrado.
Los días siguientes iban entre el trabajo de los últimos días del año y mi ansiedad por encontrarme con Raela. Sabía que con ella nada era hastío. Su temperamento explosivo siempre me transportaba a los mejores sabores.
La semana corta nos llevó a planificar la fiesta de fin de año. El Baile de año nuevo en el Club Ucraniano corría con ventaja. La mayoría de la gente iba a recibir el año nuevo allí. Buena onda y camaradería eran la mejor receta para despedir el año.
Le invitamos a Bocha Giménez y a su novia Alicia para compartir la mesa que había que reservar con suficiente antelación. La Raela estaba feliz, se iba a reencontrar con sus amigos de siempre.
El jueves pintó unas pizzas en “El Munich”que preparadas por el maestro Rulo Bambil eran para chuparse los dedos con la espirituosa compañía de una cerveza bien helada. La frutilla del postre poníamos nosotros como siempre.
A fin de año, la gente apurada haciendo las compras de última hora, las charlas de compromiso, los buenos augurios y ese deseo de que el año próximo sea mejor que este.
El baile de fin de año era de etiqueta; los hombres de traje y las mujeres de gala. Como para no pasar desapercibida, Raela vino con un vestido rojo de bambula, escotado y pleno de gracia. Las mujeres no dejaban de mirarla y los hombres haciéndose los desentendidos también.
Mucha gente en el baile tradicional. Nos acomodamos en una mesa de la segunda fila. Pedimos algo para tomar mientras la gente ingresaba y la orquesta se preparaba para tocar.
La Raela estaba preparada para comerse la pista¡, era algo que ella amaba y tenía condiciones para hacerlo. Con Bocha y Alicia hablábamos de lo linda que pintaba la fiesta. La gente dispuesta a disfrutar la última noche y la primera del año nuevo, todo era alegría.
Fuimos uno de los primeros en salir a la pista, mi novia plena de sensualidad, no quería perderse nada del baile; yo la acompañaba como actor de reparto, pero le ponía ganas.
A la medianoche brindamos por el nuevo año, saludándonos con los conocidos y personas ubicadas cerca de donde estábamos. Las botellas de sidra circulaban y se iban vaciando con los brindis.
Empezaron las colas en la pista y el calor hizo mella en los hombres que se sacaron el saco. Todo era bullicio.
Vinieron los temas de rock y Raela concitó la atención bailando “El rock de la Cárcel”, la gente se paraba para verla contorsionarse. De nuevo era la reina de la noche.
Tipo tres de la mañana, con picardía me dice:
– ¿Te acordás negro cuando fuimos de picnic al Chimiray? –
– ¡Cómo no me voy a acordar si fue la primera vez que salimos! –
– ¿Por qué no vamos de nuevo? –
– Creo que no está cuidado el lugar ahora–
– ¿Vamos al Club Chimiray entonces? –
– ¡No somos socios y creo que allí no podemos hacer campamento! –
– ¡No te preocupes me dijo, le pido permiso a los Gelabert y vamos! –
Antes que terminara el baile ya teníamos autorización: también ellos estaban allí y Raela le encaró.
Giménez y su novia se fueron antes, quedamos un rato más y también nos marchamos. Nos esperaba el año nuevo para nosotros dos; caricias del amanecer, besos apasionados y cuerpos entrelazados.
Ramón Claudio Chávez.
www.ideasdelnorte.com.ar
FELIZ AÑO NUEVO PARA TODOS¡¡¡
7 respuestas
Que bueno…., volvio RAELA, como siempre concita toda la atencion.En mi memoria ,siempre Ella es protagonista estelar.Claro…¡¡tiene con que!!.La extrañabamos y Claudio se compadecio de sus fanas.FELIZ AÑO NUEVO PARA TODOS.DESDE ANDALGALA.CATAMARCA.
Coincido absolutamente con el comentario del señor Ovejero.
Ud no puede dejarnos mucho tiempo sin que sepamos algo de “la Raela”, mi estimado doc.
La Raela, eternamente joven, eternamente sensual,eternamente vital, un día – el menos pensado- se va escapar de la tinta y si me encuentro con ella le diré ” yo de algún lado la conozco”.
Hermosa historia. Bocha mí primo alta facha. Que hermosos recuerdos de aquella época en el club ucraniano. De bailaba afuera. Hermoso
En el viejo chamamé EL RECLUTA el que va a servir a la Patria manda saludos a una RAELA, no recuerdo el autor, creería que es de Julio Montes el *Mencho Cirilo*
Un enorme abrazo y feliz año para todos .Como siempre la Raela es el centro y atención de todos.Ramon Claudio,como siempre quedé impactado y muy feliz de recordar a gente maravillosa de nuestra época.Gracias , gracias, gracias y mil bendiciones.
Siempre linda historia, una ocasión y una mujer que hace volar la imaginación…y los recuerdos. Me tocó ir “de paleta” en una fiesta de fin de año en el ucraniano, cuando estaba el salón al final de la Alvear y ruta, una esquina en donde hoy perdura una tapicería. El patio de baile, al fondo. Yo tenía once años y tenía que vigilar a los novios…