RAELA.ENTRE EL PALMAR Y LA LLUVIA.

Foto ilustrativa.Puede tener derechos de autor.

RAELA.ENTRE EL PALMAR Y LA LLUVIA.

Las vacaciones largas o cortas siempre traen consigo el sabor dulce del placer por el viaje, por el descanso y lógicamente por la compañía.
Eso era una salida sin destino fijo a la provincia de Entre Ríos con la Raela y su encanto. Una semana era el tiempo del relax, puede parecer poco, pero con ella casi siempre era mucho.

Hasta parecía que el “reno” 9 estaba contento mientras ella cargaba de energía la aventura expectante del deseo de vivir días a pleno.
A lo que salga dijimos, mientras ubicábamos la carpa, dos frazadas, sábanas y algunos elementos de cocina para improvisar un buen guiso a la vera de algún arroyo o del río. La música la ponía ella.
Un 27 de enero muy temprano salimos de la provincia con rumbo a Paso de los Libres primero y la frontera entrerriana después.

Nuestros rostros eran una juguetería predispuestos a la aventura traviesa del viaje y los momentos de gozo que representaban nuestra mutua presencia.
La Raela puso casettes en el auto y marchamos al son de las melodías de moda que también entonábamos. La compañía perfecta. Con aire provocativo lanzó:
.” ¡Esta noche es nuestra!”-

El verano era intenso y el calor también, el tereré frío era una necesaria compañía mientras atravesábamos Corrientes. La noche nos sorprendió en un pequeño pueblo entrerriano llamado Conscripto Bernardi.

Entramos al poblado para comprar alimentos; el único boliche abierto nos proveyó fiambres y gaseosa de segunda marca. El cantinero advirtió nuestro carácter de forasteros y nos preguntó hacia dónde nos dirigíamos.
– ¡Queremos que nos indique un lugar seguro y tranquilo para armar nuestra carpa ¡-

Así fue nuestra primera noche al costado del camino casi sobre el alambrado del campo lindante. Los mosquitos nos obligaron a cerrar la carpa y el ventiluz era el indicado para que esta reciba algo de aire.

No fue necesario que recordáramos que esa noche era nuestra; una leve brisa atrajo el deseo y también los besos en ese verano entrerriano lleno de pasión.

El canto de los pájaros al amanecer nos despertó temprano y preparamos la marcha a cualquier destino. Rumbeamos a Federal, en la estación de servicio conseguimos agua caliente para el mate y pan de campo para el desayuno.

Nos informaron que en la zona del lago de Salto Grande en Concordia había un camping donde se podía acampar y poseía parrilla para cocinar. El mediodía y el calor intenso nos sorprendió en la Ruta Provincia 22 camino a la ciudad de los citrus. Las caricias de mi acompañante no paraban pese a la alta temperatura reinante.

Como a las cuatro de la tarde llegamos a Concordia, compramos carne, gaseosa, unas latas de cerveza y un vino tinto, que fueron a parar a la conservadora con hielo. El camping “Palmeritas” en la zona del lago tenía pinos y eucaliptus, era de acceso público y gratuito. Estacionamos el auto y nos refrescamos en el lago para paliar el intenso calor.

En la noche el “guiso tropero” pintó lindo, salió acompañado con el tinto para envolver esa noche de verano. A la medianoche la Raela decidió bañarse en el lago sin ropas, fiel a su estilo provocador se dirigió allí, me quedé observándola y quizás alguna otra mirada inquisidora de otros acampantes rodeados de faroles tenues.

Al salir parecía Isabel Sarli en la película “El trueno entre las hojas”, le alcancé una toalla para cubrirse y regresamos abrazados al campamento. Las cervezas festejaron con nosotros en medio de la oscuridad.

Quedamos otra noche más en el camping; al cuarto día fuimos a la ciudad en busca de un alojamiento con aire acondicionado porque el calor iba en aumento. No tuvimos suerte, la oferta era escaza y por encima de nuestro presupuesto. Terminamos en una pensión en la calle 1ro. de Mayo.

Una casa antigua, grande con paredes altas y personas mayores que vivían en forma permanente en el lugar. El espiral que nos proporcionaron luchaba a brazo partido con los gigantes mosquitos que deambulaban en la noche. No pudimos conciliar el sueño y nuestros cuerpos eran sudor y deseo.

Amaneció con lluvia como un bálsamo fresco ante tanto calor. Temprano enfilamos hacia la zona de Colón o del Palmar de Colón, recordamos con alegría las peripecias de la noche anterior mientras el parabrisas del auto escurría el agua de esa lluvia de verano.

Seguía lloviendo, al ingresar al parque el camino de ripio hacía ruido mientras cantábamos; nos estacionamos cerca de una construcción que podría oficiar de oficina de informes, pero ese día estaba vacía.
Fue ella quien comenzó con las caricias, el deseo de nuevo presente y el vidrio se terminó empañando como si estuviésemos en Londres.

A 25 metros del lugar, un arroyo crecido por la lluvia bajaba torrentoso, hacía allí me dirigí con pantalones y sin camisa para lavarme la cara, ella optó por permanecer en el auto. En ese tiempo, arriba al lugar una combi con turistas americanos que venían a ver las bellezas del lugar. No conocía la profundidad del arroyo, sino me hubiese arrojado al agua; el guía les hablaba y les señalaba el lugar donde me encontraba, no sé si le decía que era un descendiente de “los charrúas” pero sentía que las miradas se dirigían a mi y no al paisaje. Me armé de valor y regresé al auto sin mirar a esos impostores.

Cuando me meto al auto la Raela estallaba de risas.
– “¡Te dije no vayas, puede venir alguien, no me hiciste caso!”-

Volvió la calma y emprendimos la retirada. Pasamos dos noches en el Balneario de San José junto al río. Durante el día había mucha gente, la Raela tomaba sol como si estuviese en el Caribe.

Los días lindos se terminaban, emprendimos el regreso a la tierra colorada y en la ruta seguía la música, el mate helado y la sonrisa de ella:
– “¡Che Negro, las norteamericanas cuando te vieron en el arroyo del Palmar decían: “Beatiful”, “Very Good”!”-

Un beso intenso nos alargó la tarde plena.

Ramón Claudio Chávez.
www.ideasdelnorte.com.ar

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7 respuestas

  1. Cotizado somos los morochos autóctonos para los del norte ja ja , esta vez las miradas las llevo claudio y no la Raela como de costumbre ja ja bien allí.

  2. Muy bien relato! De no ser por los mosquitos y los que te miraban con cierta codicia, habría Sido un viaje espectacularmente romántico, lleno de bellezas y mucho amor!
    Me rei mientras lo leía, te imaginé contándomelo en vivo…
    Abrazo!

  3. Que extraordinario cuando aparece en el relato la infartante Raela.Este relato tan lleno de nombres propios y detalles tan vividos ….¡¡como si lo hubiera preparado al viaje yo mismo!!,lo hacen al lector inmiscuirse en la escena.Muy buenos Dr Chavez, y…los Forasteros saben apreciar lo Autoctono de nuestra Argentina.

  4. Muy buen relato. Con detalles precisos que nos transportan a lugares tan vividos, y el toque de erotismo que no puede faltar, si se trata de la Raela. Felicitaciones Claudio. Y esperamos por más.

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