PEREGRINOS DE LA FE.

PEREGRINOS DE LA FE.

La peregrinación hacia un destino religioso impulsado por la fe ha crecido superlativamente a partir de viajes en los denominados “tours” organizados por agencias de turismo o los mismos particulares.

Además de compartir un ómnibus o un vuelo, los turistas proponen un viaje de espiritualidad con el objetivo de pedir sanación o de cumplir una promesa.

Estas prácticas muchas veces se realizan por fuera del marco de la misma iglesia, aunque todas parten de una misma premisa…, “la fe”.

Las tradicionales “Vírgenes de Lujan”, de “Itatí”, de “Guadalupe”, han sido también representadas por otras que han ganado popularidad por la concurrencia de miles de creyentes.

La Iglesia Católica no es la principal promotora, pero tampoco las desautoriza, sabiendo que los fieles concurren masivamente a esos destinos.

Un caso paradigmático es el de la “Virgen del Cerro” en Salta, la presencia los días sábados de miles de peregrinos que rezan a la Virgen, dejan rosarios en los árboles y esperan la “imposición de manos “de “María Livia”.

La mayoría de las personas que han ido a la “Virgen del Cerro”, regresan ahí porque manifiestan que tienen la necesidad de volver.

En la pequeña localidad de San Carlos, en la provincia de Corrientes, todos los 8 de septiembre se celebra la “Fiesta de la Virgen de la Natividad”.

La virgen no está en un templo religioso, está en un predio ubicado en las afueras del pueblo. Una familia desde hace muchísimos años la tiene en su hogar.
En una oportunidad un cura párroco trasladó a la virgen a la Iglesia del pueblo, pero ella, según testimonios de los vecinos, “regresó” al lugar donde siempre estuvo.
Desde distintos puntos de la región, todos los años “los peregrinos” o “promeseros” como les gustan que los llamen, se acercan a venerar a la virgen en su día.

Desde Apóstoles un colectivo de la Empresa Warenycia llegaba con el pasaje completo a primera hora de la mañana para retornar al caer el sol.

Un cura oficiaba misa por la mañana y los músicos populares interpretaban temas de la región; una mujer bailaba sola con botellas vacías colocadas en su cabeza al mejor estilo de “la galopera”, cumpliendo un ritual que se repetía año tras año.

Algunos venían a caballo para rendir tributo a la virgen, desde el pueblo se acercaban caminando o en los medios de movilidad que disponían. No importaba si hacía frío o calor, si llovía y el camino estaba con barro. La Virgen los estaba esperando.

“Los promeseros” al llegar encienden velas y rezan en la Capilla, agradecen por la protección recibida, por la salud brindada o restaurada para sí o para los seres queridos.

El lugar se llena de colores, de calor humano, de gente que se saluda años tras año.
No falta el baile popular del paisano y la doncella, al mejor estilo de la descripción del Padre Julián Gerónimo Zini y su poema “Pueblo musiquero”:
– “¡Allí resucitaré/ con Joaquín/ y con Mariano, /con Caraícho Galeano, /le juro que volveré!”.

La música no cesa, el baile tampoco y la vigilia de la gente en la misma fiesta de la virgen. Rostros alegres señalan agradecimiento hacia la virgen milagrosa.

Este tipo de devoción popular surge en el encuentro entre la Iglesia y la cultura. La iglesia acepta la cultura popular introduciendo la fe como sostén.

Suele decirse que la palabra “pagano” empezó a usarse en el ámbito religioso en relación a las prácticas de los dioses que se mantenían en la vida rural cuando las ciudades ya se habían volcado al cristianismo. Incluso algunos afirman que la Navidad se fijó en el calendario según un rito pagano (de adoración al sol).

El sol de la primavera cercana, en ocasiones el mismo frío del invierno, se acercan al calor de la gente que hasta el fin de la tarde seguirá venerando.

 Luego de despedirse de la virgen como corresponde, se van algunos jinetes, pero sigue el baile como una ofrenda, el zapateo del gaucho con botas, espuelas y un poncho colorado sobre sus hombros y la dama girando al ritmo del chamamé bien “maceta”.

Los peregrinos de la fe se marcharán con la ilusión de la promesa cumplida; sabiendo que la Virgen de San Carlos, continuará protegiéndolos hasta el próximo 8 de septiembre cuando estén de regreso.

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