Imagen ilustrativa de Facebook.
TODOS TUVIMOS DIECISIETE.
El mes de septiembre, la primavera, la fiesta de los estudiantes, el sonido de los redoblantes, nos trasladan a ese sentimiento juvenil propio de los “diecisiete años”, donde todo es hermoso.
Ese gozo interminable que no quieren que pase, el sabor de las reuniones de amigos, las noches de baile, los besos encontrados, y ese sabor a fresa que la edad y la primavera regalan.
Todavía permanece el recuerdo del viaje de egresados, el fin de curso cercano y las fiestas de recepción.
Escuchando la música de María Becerra y Tini Stoessel, a Valentino Merlo con su cara de niño y sus canciones “Hoy”, “Si no estás”, “Loco”, mientras la noche se encuentra con el día.
Utilizan los jóvenes los espacios y recursos que las nuevas tecnologías permiten y la red se volvió algo rutinario como nuevas formas de socialización y expresión.
Los adolescentes son los protagonistas de los nuevos fenómenos sociales, una mentalidad mucho más abierta. Los jóvenes están preocupados como todos por el futuro, pero se ven a sí mismo como parte de la solución.
En las chicas la “minifalda” se ha puesto nuevamente de moda, son la vestimenta habitual en las noches de ocio inacabable de los fines de semana, en los nuevos locales nocturnos, en las fiestas alternativas de ubicación diversa y cambiante, también en las concentraciones urbanas armadas por “mensaje de texto” para reunirse y beber alcohol.
“Amigas y amigos con derecho” son una constante en las relaciones juveniles, que no desean relaciones largas y complicadas, que afecten el principio de libertad en esa etapa del crecimiento.
Los jóvenes reclaman atención y muchas veces se sienten incomprendidos, por la dirección del colegio, los profesores y sus padres. Ese estado de rebeldía ha estado presente en casi todas las generaciones.
Los jóvenes de diecisiete años fueron en la década del 70 los responsables de la rebeldía social, el arte conceptual, la protesta y la contracultura. Chicos y chicas con pantalones “palazzo” o acampanados, prendas hippies, materiales brillantes y plastificados, plataformas en los zapatos y una combinación de colores que resaltaban, eran vistos con ojos de incomprensión.
– “¡Los chicos de ahora no saben nada!”. Se decía sin ruborizarse.
Esos mismos jóvenes en el secundario, recuerdan hoy los días de “la rabonas”, los exámenes de diciembre y marzo, los lugares comunes para juntarse e ir a “los asaltos”. Los sábados del “boliche” escuchando “música disco” y esperando que empiecen “los lentos” para que los cuerpos amarrados se confundan en la “luz negra” y los susurros cómplices.
El lenguaje y la música de ese tiempo también era motivo de reproche. Los temas en inglés, el rock nacional, la música beat de estilo multicolor, tenían una desaprobación muy alta.
– “¡No sé cómo pueden escuchar eso, no es música es ruido!”.
“Village People”, los “Bee Gees”, “Queen”, “Kiss”, “Los Gatos”, “Charlie”, “Nito” y otros eran la referencia en las discos, una “generación de incomprendidos”.
Los diecisiete eran los años bisagra, en la generación del setenta al terminar el secundario era alegría y festejo, después a estudiar o a trabajar.
Los diecisiete de los chicos de las redes son en cierta medida distintos, piensan viajar, estudiar, casarse en un futuro no muy cercano y seguir siendo independientes.
Las posibilidades y responsabilidades no son las mismas de antaño. Muchos jóvenes sieguen viviendo en la casa de sus padres, la comodidad o la falta de oportunidades suelen ser el discurso justificado de algo que los padres de ahora se acostumbraron y también tomaron con naturalidad.
No es correcto decir que los chicos de ahora no tienen conocimientos, la tecnología se los ha acercado, tal vez la idea del sacrificio ha mutado un tanto.
Ahora o al final de camino, todos recordamos los diecisiete.
Sea cual sea la mirada, vale recordar las palabras de Antonio Machado y la voz de Joan Manuel Serrat.
– “¡Caminante no hay camino/
Se hace camino al andar/
La vida es un viaje constante, /
un proceso de aprendizaje y transformación/
¡Cada uno de nosotros debe construir su propio camino!”.
www.ideasdelnorte.com.ar
6 respuestas
Que tema trajiste Claudio mucha tela para cortar sobre esto , realmente todos tuvimos 17 pero nuestra generación tiene un siglo de diferencias con esta, ni mejores ni peores solo distintas.
Ufffff!!! que decir? Nada… Si de algo tienen la culpa lo chicos de ahora es de que nosotros los padres los malcriamos; yo al menos trate de darles todo lo que no tuve y creo que ese fué un error, no son malos pero no valoran las cosas…
Hermosa etapa de nuestras vidas ” La primavera que nunca vuelve” , en los de mi generación, el contexto, las creencias y las expectativas eran muy diferentes a los actuales. Hoy los chicos manejan una enorme cantidad de información que ni siquiera pueden digerir y se mueven en paradigmas que cambian muy rápido, un tembladeral, que miran con indiferencia, quizás, porque están más preparados para vivir en esto que hoy llamamos ” sociedad liquida”.
Al leer tan linda descripcion literaria, rememoro mis 17 años. Tan bien redactada que es impropio de mi parte abundar.Si puedo decir, que de mis años a estos actuales, ¡¡..ha nosotros fuimos GARDEL Y LEPERA juntos!!!.
Excelente descripción de una época. La juventud es la estrella. Nuestros abuelos y padres la tuvieron. Nosotros lo arriba narrado (música beat, pallazo, minifalda, boliche). Lamentablemente no se que les espera a nuestros nietos?. Tal vez el solo salir a la calle sea el reto en el futuro, al paso que vamos. Esperemos que y cambiemos a tiempo. Felicitaciones Claudio.
Gracias, doc. Traes de vuelta a una edad en que el campo de la vida se abría generoso, era gozar el momento al ritmo de la sangre que bullia, la muerte era cosa de otros, y los límites, había que romperlos sin consecuencias. Hoy, una invitación a la melancolía…