RAELA…,ERES TÚ.

  RAELA…, ERES TÚ.

Había concluido la semana santa y se acercaron los días grises de abril, las hojas de los árboles adornaban el piso del pueblo en otoño. Las chicharras del verano silenciaron su canto, para abrir ese tiempo especial de cierta calma en las tardes y las noches plenas de charlas intimistas.

“La Raela” sabía comprender esos momentos de pausa, pero siempre tenía a mano un recurso para atravesar con alegría cualquier momento del año. Nuestra mutua compañía era una incitación a las tardes y también a las noches de abril.

Un viernes fuimos “Raela”, yo y unos amigos al Salón Parroquial a presenciar la peña folclórica con las interpretaciones de los artistas locales y el “sapucay” de “Piririco”; quedamos en realizar “rancho aparte” el día sábado con la flaca.

El fin de semana pintaba movidito con las carreras de autos en el circuito de tierra del Aero Club. Un espectáculo que aseguraba una gran concurrencia.

– “¡Negro para mi “rancho aparte”, es “rancho aparte”! ¡Nosotros y nadie más!”. Me tiró mi novia.

– “¡Totalmente de acuerdo!”. Fue la respuesta.

Una mirada llena de complicidad nos iluminó a ambos a sabiendas de lo que venía para ese sábado y parte del domingo.

A mí me gustaban las carreras de autos, era una buena ocasión para observarlas, pero la insinuación de mi amor no me dejaba margen para ninguna duda. Él “rancho aparte” era más gratificante.

La mañana del sábado comenzó nublada, con alguna probabilidad de lluvia compré harina para preparar pizzas, una buena provisión de cervezas y chocolate blanco como le gustaba a ella.

Fui a buscarla a su casa y cuando se despide le dijo a su madre:

– “¡Si no vuelvo para la una (1), no te preocupes me quedo en lo del Negro!”.

Se sentó a mi lado en el auto, me cruzó el brazo por el cuello y comenzó a besarme con ternura. Dimos unas vueltas por el centro; la lluvia parecía próxima y la noche de amor también.

– “¡Qué lindo que estás Negro!”.
– “¿Te arreglaste para mi esta noche?”.

Ella siempre derrochaba sensualidad, esa noche vino con un vestido oscuro escotado y un abrigo en sus manos por si la temperatura descendía.

– “¡Tengo hambre de ti y de pizzas con cerveza en esta noche bella!”. Me susurra.

La música como siempre nos acompañaba al momento de la cena, hablamos de la semana, pero solo un poco, porque nuestro pensamiento tenía otro destino al cuál los dos nos aferramos.

En la segunda cerveza, una sonrisa plena de picardía nos invitaba a los besos, suaves primero y apasionados luego.

La lluvia prometida se presentó con el típico olor a tierra mojada mientras las gotas de agua jugaban en el techo de zinc. Otoño a pleno.

No pudo faltar a la cita “el corte de luz” de la compañía de energía, nos quedamos a oscuras, sin música, abrazados en la noche. La clandestinidad hizo el resto, lo que podía ser un obstáculo nos llevó a la cama mientras seguíamos sintiendo la lluvia caer.

La noche era fresca como suele ser en otoño, a nosotros no nos importaba, el calor de los cuerpos invitaba al placer que no podíamos ocultar. Los besos eran un cántaro de pasión que recorrían nuestros cuerpos desnudos. Ella en las pausas me cantaba:
– “¡Algo así eres tú
Algo así como el fuego de mi hoguera

Algo así eres tú, uh-uh-uh

¡Mi vida, algo así eres tú!”.

No sabemos a qué hora, pero regreso la luz, daba lo mismo la oscuridad intensa a la lámpara tenue, no nos detuvimos con la música de fondo. El “Puma Rodríguez” nos contagiaba con “De Punta a punta”:

– “¡No hay ninguna prisa…,

Palmo a palmo. ¡Beso a beso!”.

 Comenzaba a amanecer en esa noche de abril, nuestros cuerpos exhaustos invitaban a la calma complaciente. Los brazos entrelazados y “la Raela” más linda que nunca brindaba por la noche de amor que nos habíamos regalado.

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6 respuestas

  1. La Raela, un personaje digno de conocer, cada tanto emerge de la pluma del escritor, tiene en su naturaleza, una volcanica sensualidad que subyuga a su novio – el autor en primera persona -quien dulcemente sometido se ve obligado a transitar distintas experiencias. Algunas, como en este caso con un delicioso final.

  2. Bue! Sin palabras. Una intriga: quien es La Raela?…tan genial, logra torcer la voluntad de ver una carrera de autos, en una pista de tierra, a su amado, con una propuesta simple, pizza casera y cerveza….. Y el tiempo la acompaña y la sumerge en un cuento de hadas, solos, solitos los dos. Sin importar las horas, sin mirar el reloj. Cómo lo dice ” sin prisa’….supongo que también sería sin pausas….Realmente un relato genial!!

  3. Eroticamente…como diría alguien que escribe sobre encuentros líquidos, el autor nos pinta un breve cuadro de voluptuosidad a lo “Chaqueño”, que cabalgaba hasta el amanecer, sin desperdiciar una gota.

  4. Un gran relato,casi para horario de protección al menor. La verdad tengo muchas ganas de conocer a la Raela .Describes tantos lugares conocidos de nuestra querida Apóstoles que me hicieron soñar y recordar nuestra maravillosa época.Gracias Ramón Claudio por tan atrapante relato.

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