EL HOTEL DE LA CALLE PASO.

Imagen ilustrativa- Buenos Aires .”Café a la turca”.-

     EL HOTEL DE LA CALLE PASO.

A fines de los años cincuenta (50) y comienzo de los sesenta (60), se produjo una enorme migración desde el interior a la ciudad de Buenos Aires.
El mote de “cabecitas negras” identifica en gran medida a esos provincianos que fueron a buscar mejor fortuna a la capital.

Era muy común que esas personas se vincularan sentimentalmente con otras del interior formando parejas y fueran a vivir al conurbano.

Luego de la guerra de Malvinas y con el advenimiento de la democracia, una santiagueña de Quimilí, Violeta Marra, decidió abandonar su “pago” para instalarse en Buenos Aires.
Esa morocha interesante, de veinte (20) años, tenía otra mirada sobre la capital y su viaje. No quería trabajar en “el servicio doméstico”, tampoco ir para siempre.

Había superado el asombro que generaba en los primeros viajeros la gran ciudad; escuchó de familiares y amigos lo bueno y lo malo de la metrópoli.
En su viaje de ida no quería que la esperen en la “Estación Retiro” para ir a quedar en una casa de familia. Los estudios secundarios que había concluido que hicieron programara para intentar una salida laboral como principio de un futuro empresarial o comercial.
Su padre le ayudó con unos ahorros para que buscara un alojamiento independiente y desde allí, decidiera en qué iba a trabajar en la gran ciudad.
Violeta consiguió hospedaje en un modesto Hotel sobre la calle Paso. Compraba diarios y en los avisos clasificados indagaba sobre trabajos de oficinas o de comercio.

No poseía el desenvolvimiento natural de “los porteños” pues su tonada la delataba sobre sus orígenes, pero por su formación tenía confianza que las nuevas exigencias no iban a doblegarla.
Conoció gente; por las tardes recorría los negocios del “Once”, las tiendas, los lugares llenos de gente en busca de la mejor oferta. Empezó a volar.

Una tarde de otoño mientras degustaba un café cortado con “tortitas negras” en un bar de la calle Pueyrredón, un comerciante de la zona se acercó a conversar.
El hombre  había observado a la santiagueña que recorría la zona con curiosidad; como quién estudia a su adversario para poder doblegarlo.
La charla con “Don Alejo” le sirvió para conocer a esos vendedores de ropa que tenían habilidad para trabajar sin interesarle que el local contiguo ofrecía la misma mercadería  a un precio similar.
-“¡ El vendedor nace, pero también se hace!”. Le dijo el comerciante.

Podría comenzar atendiendo uno de esos locales, pero la santiagueña quería para su futuro un espacio con mayor capacidad de desarrollo.
No tenía mucho tiempo, sus recursos económicos disminuían, pero a sabiendas que ofertas iba conseguir…, esperaba por la adecuada, siempre mirando hacia adelante.
En el Hotel de la calle Paso, conoció a un joven llamado “Arturo”, sobrino del dueño. El joven era de Chivilcoy y venía a la capital a realizar compras para un emprendimiento agrícola en la provincia.

Pegaron onda, conoció con él muchos lugares de la ciudad, espacios de diversión y la forma de vivir en el interior, sabiendo hacer negocios en la capital. Violeta y Arturo se enamoraron.

No había comenzado un trabajo formal y se le cruzó por la mente el recuerdo de las personas del interior que se involucran con seres del país de adentro con los mismos objetivos.
Hablaron, se entendieron, se pidieron tiempo, mientras el amor acariciaba sus vidas.
Finalmente Violeta Marra sorteó una entrevista laboral y comenzó a trabajar en una “multinacional” que tenía oficinas en el centro de la city  e importaba productos para el agro.
El futuro estaba en sus manos…, el amor… podía esperar.

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9 respuestas

  1. La ventaja de la juventud es el tiempo, postergar, postergarse, priorizar…son lujos que te podés dar cuando todavía SOS una hoja en blanco por delante

  2. El autor, a través de dos pinceladas, pinta una época con el esplendor del populismo y un desarrollo de país que ilusionó a muchos argentinos.

  3. Excelente sintesis de miles de historias que se dan en la gran ciudad. A veces con no tanta suerte como el caso de Violeta, que al menos uno de sus objetivos cumplió.

  4. Descripción exacta de lo que hemos vivido eso de “ir a buscar”. No era fácil. Sin mucha plata no es fácil. Pero el provinciano se adapta y los porteños lo terminan queriendo porque son sanos de alma. Hubo que vivirla .

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