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EL MOZO DE SANTA FE Y CALLAO.
La vida los encontró en Buenos Aires, ella era de Salta, él de Corrientes. Irene Santillán de Orán y Santos Chamorro de Paso de los Libres.
Se conocieron de casualidad en un bar de Santa Fe y Callao. Enamorados iniciaron la convivencia.
Santos era mozo de un bar en esa tradicional esquina porteña y ella vendedora en un local de microcentro.
Vinieron los hijos, el colegio, las obligaciones familiares, los días felices y también los otros. Hablaban mucho, ella quería regresar al norte y él no se quería ir de Buenos Aires. Decidieron separarse, los chicos irían con ella, Santos se quedaría solo.
El correntino vivía en el bar, conocía a la perfección el trabajo, a las personas que frecuentaban, la barra de café, las familias y los solitarios que compartían su tiempo con extraños. Un mundo lleno de colorido que la ciudad te brinda en medio de relaciones de personas que dicen saber de todo y muchas veces no saben.
Seguía viviendo en el departamento interno que compartiera con Irene. Quería disponer de un lugar para recibir la visita de sus hijos. Su costado bohemio fue quedando de lado mientras el tiempo pasaba en el bar de siempre.
Para hablar de política…, fútbol…l, mujeres…, era uno más de la barra de café, no se sentaba a compartir, pero con la bandeja en la mano siempre metía “un bocadillo”.
Era la cara visible del bar, éste cambiaba de dueños, de nombres, de personal; el correntino seguía siempre ahí. Una marca registrada.
El café de la esquina mantenía ese estilo tradicional tan porteño, el de la canción: “Café la humedad, billar y reunión, sábado con trampas” …-
Pasaron treinta (30) años en ese lugar, un día tuvo que iniciar el trámite jubilatorio. Le comunicó a sus amigos de siempre.
– “¡No te vayas Corrientes ¡”. ¡Le dijeron al unísono!”.
Hasta que llegó la intimación de la autoridad administrativa para dejar de trabajar. Se fue del bar sin anunciar. Mucho le iba a costar despedirse.
No se sabe si Santos Chamorro regresó a Corrientes, o si por las noches sigue mirando la luna mientras va rodando por Callao…
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5 respuestas
Lo efímero de la vida, y lo permanente se dan la mano en un breve relato que pinta la pasión y vida de mucha gente que se encontró en la gran urbe…y luego de corto o largo tiempo, siguió su camino.-
Es infiel reflejo de la vida pórtela. Gente del interior que un día se van llenos jde ilusiones como dice esa linda zamba “ la mamá vieja quedó triste en la puerta del rancho” pero las desavenencias de la vida empujan a Irene a volver al pago y a Santos a aferrarse a su lugar de trabajo y de vida.
Conocí gente que después de muchos años de trabajo, se jubiló y decidió seguir trabajando en la misma empresa. Los jóvenes empleados decían ” tiene puesta la camiseta de la empresa” . Probablemente el trabajo era todo en su vida. En los paradigmas de hoy, ya no existen empresas o negocios que duren tantos años, ni empleados con tanta lealtad. Todo es precario e inestable, por qué los cambios son dramáticos
Una historia que es casi un poema.
Gracias Claudio!
Hermosa historia. En mi paso por la gran metrópoli supe conocer al correntino y a otros mozos como el. Yo era uno de esos “solitarios” que frecuentaba un bar en la zona de Palermo y que grato era saber que solo tenías que sentarte en tu lugar de siempre y escuchar la voz del mozo amigo gritando: “misionero!…lo de siempre??”.