ESPERANDO AL CORREO.

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ESPERANDO AL CORREO.
“Pirula Maidana” disfrutaba un domingo de verano en el Chimiray. Estaba de vacaciones, se cruzó con “Toto Valdivia” y charlaron un rato largo sobre la amistad, el trabajo distante y el amor.
Ella vivía en Buenos Aires; él buscaba su camino. Quedó del encuentro una cuota de simpatía, que seguiría adelante.
La comunicación a distancia se aferró a las cartas que se enviaban. “Toto” con timidez decía extrañar la presencia de ella, y está decía recordarlo con mucho afecto.
Venían cartas de Buenos Aires, con aroma de perfumes y labios pintados marcados en el papel. “Toto” esperaba al cartero.
Entre tanto afecto llegó una, invitando a “Valdivia” a viajar a Buenos Aires y establecerse allí. La indecisión del novio enfrío la relación.
“Pirula” dejó de escribir y el amor se fue muriendo. El no tenía nada que reprochar.
Entendió el mensaje, admitió la dificultad para sostener la relación y se quedó con lo bello del recuerdo compartido.
El noviazgo por correspondencia duró lo que tenía que durar. El cartero seguía viniendo, pero las cartas de amor no.
Pasaron unos años y las nuevas tecnologías modificaron los esquemas de comunicación.
“Valdivia” como todos tuvo que reinventarse. Le costó bastante aprender primero y luego comunicarse.
El cartero fue reemplazando la correspondencia de las personas por entregas de boletas de servicios de los usuarios.
No podía enrostrarle a la tecnología y los nuevos tiempos el fracaso de su relación con “Pirula”, aunque entendía que el romanticismo del comienzo no era igual al presente.
La evolución de internet trajo consigo al correo electrónico, por el cuál un usuario podía recibir o enviar mensajes instantáneos a cualquier parte del mundo. El espacio para escribir era muy pequeño al comienzo, luego fueron muchos más amplios.
El primer correo electrónico genuinamente entregado fue en el año 1971, desde una máquina a otra que estaba en el mismo lugar. A “Toto” no le importaba.
Las redes sociales hicieron el resto; la nueva manera de relacionarse de las personas con encuentros virtuales de todo tipo. “Toto” se tuvo que involucrar.
En reuniones de amigos analizaban la velocidad de las comunicaciones, ofrecimientos amorosos, aceptaciones o rechazos en términos de segundos.
Cualquiera te dice me gusta, te sigue o te regala un corazón.
Recordando su vieja historia de amor decía con nostalgia:
– “¡No puede un mail, un mensaje a través de las redes sociales, ni siquiera un audio enviado por WhatsApp, recrear esa increíble sensación de abrir un sobre sellado y desplegar una carta de papel que me hable de amor…!”.
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Así es. Las cartas tenían esa mística que hoy ya no existe en un mail. No sé si será mejor o peor, pero era muy distinto.
Llegué a vivir esa experiencia, se esperaba con ansias la llegada de las cartas y se contestaba lo antes posible. Mi primer carta de amor la recibió mi madre – yo no estaba ni tampoco la esperaba – y la dejo sobre mi mesita de luz, fue una deliciosa sorpresa, el momento lo recuerdo con toda nitidez.
Que buen tema. Las cartas escritas, perfumadas. Yo recuerdo las de mis padres cuando estaba estudiando en la UNL. Una parte escribía ella y otra el. Las recomendaciones. Cierren el gas, no se metan en nada raro ( la época ameritaba ese consejo). Coman bien. Necesitan plata? …y contestarles enseguida. Ellos las enviaban certificadas, nosotras simples….
Y el chiste de mi viejo, no miren mucho al cartero. Ja! Ja! Aún guardo algunas en una caja.
Cómo siempre, un placer leer tus relatos. Un abrazo!
Volver a recordar a👇 cosas en una excelente prosa, llama tiempos idos, de nostalgia y melancolía. Las cartas viajaban en tren o en avión, entonces, el papel y el sobre eran más livianos. Me recuerda cuando el hidroavion acuatizaba frente a Posadas, y el copiloto habría una compuerta en el morro del avión y enlazada a una boya. Y las cartas de amor se doblaban de una manera particular, con un perfume “Noches de Fuego” y una marca sensual de labios rojos…
El correo! Si habré escrito cartas a Mis abuelos y familiares de buenos aires! Era la única forma de contacto , bueno estaba el teléfono pero era caro y solamente algunos lo tenían luego estuvo la central de encotel, hoy un edificio casi en ruinas, desde ahí era algo más accesible.
Hoy sólo carta documento y bozal legal… 😆😆 romanticismo, cero.