EL DIABLO METIÓ LA COLA.

Terminaban los carnavales y se terminaban los bailes hasta después de la semana santa. Los viernes no se consumía carne roja; las radios el jueves santo pasaban música sacra y el viernes se llamaban a silencio.

En el hogar no se podía gritar, correr o realizar disturbios.

Ahora es diferente, reuniones sociales, bailes, espectáculos se realizan sin ninguna clase de restricción. Las radios mantienen en semana santa su programación habitual. El turismo ha reemplazado totalmente a los días de meditación y rezo.

En un viernes santo de los de antes, nos juntábamos la gurisada en la calle para matar el tiempo. Tratábamos de tener algo de cautela ante tantas prohibiciones.

Los hermanos Néstor, Juan Alberto, alias “Cascarudo”, Ricardo, alias “Mecha”, Alberto Sotelo, alias “Nene”,mi hermano “Toto” y yo, le esquivamos a la siesta tratando de sortear la zona de las restricciones. Los perros del vecindario no se querían perder la reunión.

“La Ernestina”, mi vieja, nos había advertido que era un día de guardar, nada de gritos, silbidos, ruidos o tumultos.

– “¡Pueden juntarse, tranquilos, nada de cabezudear! ¡El diablo anda suelto!”.

En la calle lindera con la canchita, hablábamos con prudencia, sonreíamos con pudor, no vaya a ser que “tentemos al coludo”.

“Cascarudo” Néstor amable como siempre, “Mecha” Néstor inquieto como era, en esa reunión de gurisada en un ambiente silencioso con pocos autos en la calle. La pelota de fútbol guardada por la fecha religiosa.

Comentamos el último capítulo de la novela en la radio, lo largas que eran las misas en la iglesia y las vacaciones de otoño en la escuela.

Sentimos un ruido de motor de auto. “Neco” Huzulak que vivía en la esquina, apareció con un Ford negro, modelo 36. Se dirigía a la “Parada de colectivos” y se detuvo a charlar con nosotros.

“Toto” con once (11) años era el mayor de nosotros, “Neco” andaría por los dieciséis (16). Preguntó cuando íbamos a jugar a la pelota de nuevo y se despidió al rato.
Arrancó el auto, inició la marcha sin advertir que “Mecha” se había sentado en el paragolpes trasero del vehículo. Comenzó a acelerar ante nuestra desesperación.
Los paragolpes del auto estaban separados de su estructura. “Mecha” tratando de soltarse cruzó una de sus piernas y quedó enganchado en el paragolpe trasero.

Le gritábamos a “Neco” para que se detenga y a “Mecha” para que se suelte. El primero no nos escuchaba y “Mecha” agarrado con las manos y con el cuerpo en el piso no se soltaba. Más o menos a ciento cincuenta (150) metros se detuvo la marcha del Ford. Nosotros “julepeados al mango”.
Regresó “Neco” Huzulak extrañado por el incidente y “Mecha” con rastros de sangre en el pecho producto de los raspones en la calle de tierra con piedras pequeñas (pedregullo).

– “¿Por qué no te soltaste del auto “Mecha”? Preguntó uno de nosotros.

– “¡No sé, pensé que me iba a lastimar!”. Respondió.

Como pudimos pasamos del estupor a los reproches:
– “¡Tus viejos te van a “cagar a palos!”.

Él le restó importancia a las lesiones y la reunión terminó con preocupaciones de todos. Cada uno para su casa.

Creo que “Nene Sotelo” fue el que menos reprimenda tuvo, Isidro y Ana, sus padres, no vieron el accidente, ni el cuerpo ensangrentado de “Mecha”.
Hermosa forreada para los Néstor, nosotros “cobramos” parejito de “la Ernestina”:

– “¡Para qué van hacer caso ustedes, les dije no hagan macanas. ¿Vieron lo que pasó, que le digo si vienen los Néstor a preguntarme?”.

– “¡En semana santa el diablo anda suelto, el diablo metió la cola!”.

.” ¡Vayan a bañarse…, se van a la iglesia a rezar y hasta el domingo no me salen…!”.

Ramón Claudio Chávez.
www.ideasdelnorte.com.ar

Compartir

5 thoughts on “EL DIABLO METIÓ LA COLA.

  1. Emergen los recuerdos de Semana Santa al conjuro de la magia de un breve relato del autor rescatando anécdotas de su baúl de un pasado por supuesto, inolvidable. De paso, una crítica a un hoy consumista, volcado a la atención turística. –

  2. Qué épocas aquéllas! Tal como lo relataste, sí señor.
    Venían tíos y primos a “pasar” Semana Santa. Los chicos esperábamos con ansias esa fecha, precisamente para estar con todo “el primerío” que vivían en otros pueblos.
    Lindos recuerdos de esos tiempos…

  3. Las anecdotas de epocas con distintos matices pero iguales en todos los pueblos del interior, lo que yo recuerdo q el viernes santo , no se podia correr , ni siquiera eso ja ja , hoy por hoy ni los partidos de fútbol se suspenden ja ja

  4. La anecdota desafortunada, pero que felizmente no es trágica, se describe en un contexto de costumbres olvidadas, que se fueron perdiendo con el paso de los años en una sociedad cada vez más secularizada. También es cierto que todo lo que se va dejando un vacío, se llena con otra cosa, conejitos,huevos de Pascua, turismo…

  5. Que época esa! Me acuerdo vivir en el campo y la misma cantaleta… Nada ruidos nada de gritos la radio solo música sacra… Que bárbaro un año me mandaron de buenos aires un tío mío y rifle de aire comprimido, mi primer arma! Llegó justo un lunes de semana santa, hasta hoy recuerdo como paseaba con ese rifle sin poder disparar hasta el sábado! 🤣

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *