RAELA Y ESA EXQUISITA COMPARACIÓN.

Imagen de las redes.

RAELA Y ESA EXQUISITA COMPARACIÓN.

Las relaciones personales de las parejas tienen etapas, vicisitudes, conflictos. Nuestro amor no era la excepción.
 El inicio de la carrera universitaria por parte de ella generaba en mi un abanico de expectativas sobre nuestra relación.

Fui el primero en apoyar su decisión de estudiar, muchas veces ella sentía que quería efectuar un cambio en su vida personal, en los objetivos y…, obviamente en el futuro.

No es necesario explicar que la dinámica universitaria, las nuevas formas de relacionarse, en otra ciudad, con otras personas, pueden producir cambios que lleven incluso a “romper vínculos amorosos”.

Era un riesgo que debíamos asumir; desde la confianza, la sinceridad y el amor que nos dispensábamos. No había lugar para un amor obsesivo preguntándome por la relación, con pensamientos intrusivos, o una sensación de vació ante la ausencia de mi pareja.

Al comienzo nuestra comunicación era la del teléfono público y los famosos “cospeles”; algún aparato liberado, haciendo cola para hablar.

Ella tenía carga horaria en la cursada de materia y yo tenía tardes interminables llenas de nostalgia. Siempre trataba de tirar buena onda cuando nos comunicábamos; ella siempre tiraba flores.

Unas clases suspendidas por ausencia de profesores y un fin de semana largo fue propicio para un viaje de ella al pueblo.

La saludé al llegar. Me pareció prudente que compartiese un tiempo con la familia; para contarle sobre la vida en Resistencia, la Facultad y los días de estudio.

Quedamos en vernos al día siguiente, un viernes templado que pintaba bueno. Debo reconocer que me superaba la ansiedad de su presencia. ¿Habrá cambiado…?

Nos habíamos saludado el día anterior; el viernes fue ella la que me regaló un abrazo inmenso, eterno, en medio de la calle. Poco nos importaba la gente que pasaba.

– “¡Tenía tantas ganas de verte!”. Me dijo emocionada.

Mientras acariciaba su rostro bello, le hice saber cuánto la eché de menos. Anhelaba el reencuentro.

– “¿Tenés hambre?”. Pregunté.

– “¡Sí, de ti Negro!”. Me respondió.

Estaba espléndida y sensual como siempre; el negro le sentaba bien, vestido abotonado abierto y medias de encaje resaltando las formas de sus piernas.

La pasión nos invitaba a la lujuria; brindamos por nosotros con vasos de whiskies con hielo, mientras los cuerpos se confundían en uno.

Era la misma de siempre, cálida, plena, hermosa, nuestra urgencia acalló el habla. El amor a pleno.

– “¡Vida…, vos como el café…, dulce…, negro…y caliente…, NO CAMBIES NUNCA…!”.

Ramón Claudio Chávez.
www.ideasdelnorte.com.ar

Compartir

5 respuestas

  1. Un testimonio de esas relaciones pendulares que se planteaban cuando algunos de los dos se iba a estudiar o hacer el servicio militar obligatorio. Cuando las llamadas o las cartas se volvían esporádicas, las dudas asaltaban el espíritu y oprimian el corazón.

  2. Si volvió a Resistencia porque aquí veo que no opuso. Como siempre, una pincelada, y 👇 vez el pincel mojado de testosterona.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *