LA NOVIA DE ITAEMBÉ GUAZÚ.

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          LA NOVIA DE ITAEMBÉ GUAZÚ.

En el populoso barrio “Itaembé Guazú” casi todos conocen a Camila Miño. Tiene veintitrés (23) años, cabello ondulado, uñas esculpidas, aro en la nariz. Domina las redes sociales, como Instagram, Facebook, Tik Tok, You tube, Snapchat y también Tinder.

Graba tutoriales desde su dormitorio, enseñando procedimientos de belleza con productos “low cost”. Odia esperar el “bondi” para venir al centro. Decía públicamente que no estaba interesada por ahora en el casamiento…, pero cuando lo hiciera…, sería al estilo “Kardashian”.

Camila sigue viviendo con su madre y dos (2) hermanos menores. En la casa el dinero nunca alcanzaba, ella soñaba con ser “influencer”, ganar buena “guita” y disfrutar de la vida.

¡Al poco tiempo que el “Iprodha! les adjudicó la vivienda, su padre se fue a Buenos Aires y perdieron contacto con él.

– “¡Ya tendrá otra familia ¡”, le decía a su madre.

La ciudad creció, los nuevos barrios se incorporaron a lo que se conoce como el “Gran Posadas”, cada vez más cerca del Arco que limita con Corrientes.

Camila se daba con todos, pero siempre buscaba relacionarse con chicos de alta condición social.
– “¡No quiero vivir pensando si me va alcanzar el sueldo para llegar a fin de mes!”.

– “¡Soy joven, quiero ir a fiestas, a bailar, regresar con al alba sin importar a que hora debo levantarme!”. Reflexionaba.

Soñaba con tener cien mil (100.000) seguidores en Instagram, poder viajar por el mundo y no deseaba publicar contenidos para adultos; no se sabe por qué. Peeero…, apareció “Lito Altamirano”, un mecánico que trabajaba en un taller por la colectora de la ruta nacional 12, en las inmediaciones del “Baliña”.

Conoció a Camila cuando su moto se descompuso y él se ofreció a ayudarla. No era tan grave el problema mecánico, aun así, intercambiaron los números de celular.

El, comenzó a seguirla a su manera, a la antigua. Cero presencias en las redes. Entonces…, enviaba audios larguísimos y la miraba como si ella fuese algo más de lo que en realidad era.

Finalmente, ella se enganchó. Subió una foto de los dos, que al pie decía:

– “¡Me gustas que seas así de real en este mundo tan editado!”.

Se hicieron virales. “El rústico y la influencer”. El, era “El novio de la Cami”. Les pedían “reels”. Los haters lo acusaban de “colgado”, a él no le interesaba nada mientras tuviera a Camila.

Una noche de primavera, en la plaza del barrio, frente a una cámara encendida y un aro de luz, Lito se arrodilló y sacando un anillo de fantasía dijo:

– “¡Es poco lo que tengo, pero si querés, eso poco que tengo será tuyo!”.

Emocionada…, ella, lloró, lo abrazó y gritó:

– “¡Sí, obvio, sí!”.

En menos de veinticuatro (24) horas la boda de Camila fue tendencia. Los seguidores votaban por el vestido, el peinado y la música de entrada.

Las invitaciones a la fiesta que eran muchas, rezaban:

• “¡Ayúdennos a realizar nuestro sueño, los queremos en la fiesta!”.

Un alias para las transferencias y el lugar del festejo.

Fue en un club de barrio, con luces de “La Placita”, glitex y una pista armada con pallets pintados. Filmaron la fiesta, bailaron cumbia hasta que amaneció. Cami terminó descalza y la algarabía fue total.”

Muchos dijeron que la fiesta de la “novia de Itaembé Guazú” era puro show, ella supo que no; lo que tenía con Lito era de verdad.

– “¡Las redes muestran mucho, pero lo más importante no se puede postear…, ése…, era un amor sin filtro…”

“¡EL MAS PURO AMOR…!”

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