UNA TARDE DE DOMINGO EN EL PARQUE URQUIZA.

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Paraná.Bajada de los vascos.Parque Urquiza- Instagram.-

UNA TARDE DE DOMINGO EN EL PARQUE URQUIZA.

El desarrollo poblacional y económico de pueblos que se convierten en ciudades, hacen que sus habitantes busquen lugares comunes de esparcimiento.

En las grandes ciudades la oferta es mayor, pero los lugares de reunión suelen ser los mismos.
La inauguración en 1969 del “Túnel Subfluvial” generó una expansión hacia el río de las capitales de Santa Fe y Entre Ríos. Principalmente de Paraná con una nueva urbanización.

El Parque Urquiza era por entonces el lugar tradicional de esparcimiento de “los paranaenses”. El túnel y la nueva urbanización lo reafirmaron. A orillas del Río Paraná la esencia paisajística del Parque se destacaba ampliamente.
La influencia del estilo francés, caracterizado por “parterres estructurados” y pérgolas.

El paseo por el parque los días domingo invitaba a la población como una cita obligada. Desde temprano se apreciaban a los padres con los hijos arrojando una línea de pescar a orillas del río, paseando en bicicleta o simplemente caminando.

Eso ocurría en todos los meses del año, la Avenida Laurencena, cuna de la incipiente costanera oficiaba de “parada” de las líneas de colectivos que pasaban por el lugar.

En los meses de verano, el balneario Municipal o el balneario Thomspon, atraían a bañistas que no eran socios de los clubes tradicionales de la ciudad.

El Parque está dividido en tres niveles: La costanera Alta, Media y Baja.
En la baja se encuentra la Avenida Laurencena desde el Puerto Nuevo hasta la histórica Bajada de Los Vascos.

En la media actualmente se encuentra el Anfiteatro Héctor Santángelo, escenario de actividades culturales.

En la parte alta, el mirador del río desde la barranca. Un ambiente particular donde se mezcla la naturaleza con el arte. Hay varias esculturas, entre ellas “La Venus Saliendo del Baño”.

Cerca de “El Rosedal” existía un lugar de reunión conocido como “La Armonía”. Un bar devenido en pista de baile los domingos a la tarde.

Elena, una joven morena con trenzas y sonrisa brillante, los domingos de tarde, bailaba cumbias con Ignacio, un muchacho de su misma edad, con jean gastados y camisa blanca entallada.

“Los Príncipes del Compás” y “Los Palmeras” que recién comenzaban su carrera artística, eran algunos de los grupos de música que animaban y alegraban esas tardes de domingo.

El bar no cobraba entrada al espectáculo, los que tenían dinero consumían en la cantina, los demás podían bailar libremente como lo hacían Elena e Ignacio.

Cuando el sol comenzaba a descender, cubriendo el cielo de tonos dorados y anaranjados, la música seguía sonando y el ruido acariciaba la misma costa del río. Los jóvenes, exhaustos pero llenos de felicidad buscaron en un rincón del parque un banco para mirarse a los ojos…, en un silencio lleno de significado entendieron que esa noche quedaría grabada en su memoria.

El lugar de encuentro en el parque en la periferia del río no era solo una pista de baile; las personas venían de paseo, algunos como Elena e Ignacio se atraían, otros se cruzaban de casualidad y compartían un momento mágico en un lugar donde la alegría reinaba y la música que no paraba, dejaba de lado cualquier sentimiento nostálgico.

Moraleja: “Los momentos de felicidad…, se pueden vivir a plena luz del día, ¡gestionar afecto y … llenarse del mejor cariño!”.

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