LA PISTA DEL VEINTE.

Foto del facebook.
LA PISTA DEL VEINTE.
En muchos lugares del interior de la provincia aparecieron “pistas de bailes” alejadas de los centros urbanos. En la zona del Alto Uruguay la característica de la población “mixturada” (mezclada), ha incidido en los gustos musicales de la gente.
Cerca de El Soberbio, “la Pista del Veinte” aglutinaba los sábados a personas que concurrían desde distintos lugares y parajes. Algunos habitantes de El Soberbio venían en autos o en camionetas a disfrutar de la fiesta.
El baile llenaba de alegría el lugar, conversaciones en “portuñol”, vestimenta sencilla y muy buena onda completaban esas noches de diversión.
Personas de la colonia y parajes rurales hacía un alto en sus tareas para divertirse al ritmo de los grupos musicales que animaban la reunión.
En las bailantas y festivales de Misiones es común escuchar tanto música de chamamé tradicional como versiones fusionadas con otros ritmos.
En el Alto Uruguay casi no se escucha el “chamamé melódico” al estilo de “Los Hermanos Barrios”. Los ritmos tienen muestras de “balerón”, “chotis”, “sertanejo”, “música cervecera” o “cumbias”. Es otro estilo de danza influenciada por distintas culturas de la zona.
Cambios de ritmos y giros identifican a estas melodías regionales. La influencia del Brasil se aprecia no solo en el lenguaje, sino también en la música.
Dos afiches en la Terminal de ómnibus del pueblo anunciaban el evento:
“¡Este sábado “Bailón” en la Pista del Veinte!
Con “Los Vecinos del Fundo” y el “Mariachi Jalisco”.
Damas gratis hasta las 21 horas!”.
Las radios FM de la zona invitan también al baile. Qué no falte nadie.
Gente de “Yacutinga”, “Picada Pereyra”, “Paraíso”, “Ruta 2”, “Guaviroba”, “Primavera 29” y “Picada Mandarina”, desde el jueves se preparan para concurrir. El sábado, no importan las distancias que deban recorrer se encontrarán en la pista para bailar, tomar unas cervezas y quizás comenzar una relación.
Los jóvenes que viven en las zonas rurales de la provincia no están aislados de la sociedad como en otros tiempos. La tecnología los ha involucrado y poseen información actualizada de lo que está pasando en el mundo. Ellos se visten de la misma forma de los que viven en la ciudad.
Así concurren a la “La Pista Veinte”; otros de la misma condición mantienen las costumbres tradicionales. Las mujeres con vestidos acampanados, cabello recogido y collares. Los hombres, bombacha de campo, camisa a cuadros, pañuelo en el cuello, sombrero de ala ancha y alpargatas.
Se mezclan en la pista de baile. Los dos pasos al costado en “los chotis” o los cuerpos enlazados en “el baleron”, dando vueltas en la pista con pequeños pasos, saltos, caminatas y cambios de ritmo; demuestran la habilidad y destreza para el baile en ese juego seductor y cadencioso.
A la medianoche el bullicio se apoderó del lugar, los concurrentes se cruzan miradas de admiración, tratando de generar reciprocidad en el otro o en la otra; la invitación al baile puede significar el comienzo de una historia de amor que nadie planificó, pero esperaban.
La música de “Los Vecinos de Fundo” seguía sonando, las vueltas a la pista también, no importaba ya si alguien se secaba la traspiración con un pañuelo; la noche seguía siendo mágica. Así hasta el final.
Cuando el momento es bello parece que el tiempo pasa más rápido. En la Colonia la fiesta termina antes, el recorrido de regreso ocupa un espacio importante.
Finalmente, todo concluye. La música se apaga, pero las risas y camarería perduran, brazos entrelazados embellecen el lugar.
El aura de esa noche queda guardada en la memoria de muchos…, de lo que significa pertenecer y celebrar, aunque el mundo exterior no lo entienda… y muchas veces parezca distante…!.
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