UNOS CHICOS DE MANAGUA.

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UNOS CHICOS DE MANAGUA.

El aeropuerto internacional de Tocumen, en la ciudad de Panamá, estaba hasta las manos. La gente recorría los pasillos buscando la puerta de embarque de su vuelo de conexión.

De pronto, por los altoparlantes se convocaba a pasajeros invitándolos a presentarse en las mesas de “atención al público” de la línea de bandera panameña. Como la invitación se realizaba con el nombre y apellido del pasajero, resultaba un tanto extraña.
Los empleados de la aerolínea en el aeropuerto explicaban que por una “sobreventa de pasajes”, debían cambiarlos de vuelo para el día siguiente. La compañía ofrecía el traslado y alojamiento en la ciudad de Panamá.

Corría el año 2003, las comunicaciones no poseían aún la velocidad y facilidad de este momento. Por lo que muchos no aceptaron el pedido aduciendo obligaciones asumidas o esperas en los aeropuertos de destino.
La llegada de un nuevo avión al aeropuerto con su pasaje, llenó de bullicio y alegría al lugar. Unos estudiantes que concluían su viaje de estudio en las arenas blancas de Cancún, saltaban y cantaban canciones propias de su edad.

Los altavoces no los nombraban; pero alertados de la solicitud de la compañía se ofrecieron voluntariamente para posponer su regreso y quedarse una noche en la ciudad del canal.

El curso completo y otros tres (3) pasajeros que viajaban a San José de Costa Rica, Guatemala y San Pedro Sula, aceptaron reprogramar su viaje para que la compañía aérea solucionara su desorden administrativo generador de la sobreventa.

El Hotel Central Panamá, con su tradicional arquitectura, fue el lugar donde el grupo de personas se alojaría a la espera del vuelo del día siguiente.

La presencia de los jóvenes llenó de bullicio al hotel, seguían disfrutando ese viaje increíble. Junto a ellos aparecía la figura de Amín Osman, un descendiente árabe que había nacido en Nueva York.
Amín Osman tenía treinta y un (31) años, viajó con los chicos porque su hermana que cursaba allí no pudo hacerlo. El hombre hablaba con la gente, gesticulaba, sonreía y anotaba teléfonos de contactos.

Uno de los bares del hotel se constituyó en lugar de encuentro de las tres (3) personas que no pertenecían al colegio y a Osman. Haciendo uso de buena dialéctica e invocando una falsa representación de los chicos dijo:
– “Ustedes son nuestros invitados, hoy cenamos en un restaurant de un amigo en el casco de Panamá Vieja”.

A las nueve (9) de la noche, cinco (5) taxis recogieron a todos para emprender el viaje hacia el lugar de la cena.
Policías armados custodiaban las calles y algunas de ellas se encontraban clausuradas con barreras.

El restaurant se habilitó exclusivamente para el contingente. Amín hablaba con el dueño como si también lo fuese.

Los chicos de Managua pertenecían a un colegio bilingüe y hablaban entre ellos en perfecto inglés. Casi todos eran descendientes de la burguesía nicaragüense, ex embajadores, legisladores, empresarios, etc. Tenían diecisiete (17) o dieciocho (18) años, comenzarían en breve los estudios universitarios. No eran integrantes del “Frente Sandinista de Liberación” …, pero podrían serlo.
Una música envolvente acompañaba la reunión mientras los jóvenes “brindaban” por el futuro.

Amín explicaba a sus interlocutores que su padre era del Líbano, su madre nicaragüense y él se dedicaba al negocio textil; viajaba permanentemente a Nicaragua, Honduras, El Salvador y Panamá.

La velada concluyó pasada la medianoche, los chicos del colegio regresaron al Hotel y Amín no quería terminar la noche así. Invitaba a sus acompañantes para ir a uno de los numerosos “Cabaret” existentes.
– “Conozco a casi todas las personas del lugar, la noche, un whisky y buena compañía nos espera”. Adujo tratando de convencer.
La invitación fue rechazada por los tres (3), debían empezar temprano la jornada y reemprender el viaje al destino inicial. Osman solicitó al taxista que lo dejara en uno de esos lugares nocturnos y se despidió.

En la mañana siguiente se reencontraron todos en el aeropuerto internacional; mientras aguardaban la hora del vuelo los chicos de Managua leían los periódicos. Uno de ellos en su nota de tapa decía:
– “Revolotean las garzas en el Palacio Presidencial”. Haciendo alusión a la efervescencia política de la gestión presidencial de la Primera Dama, Mireya Moscoso.

Amín Osman no apareció. Valentina una de las chicas del colegio comentó que pospuso su regreso para un vuelo de la tarde.

– “¿Qué habrá sido de la vida de ésos “chicos de Managua?”.

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