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JOSÉ LUDOLFINO CHÁVES.

UN GUAPO DEL AÑO 30.

 En el año 1926 el poblado denominado “Villa Vuelta del Ombú”, cambió su nombre por el de “Gobernador Ingeniero Valentín Virasoro”.

 A partir de 1924 la empresa Las Marías comenzó a dedicarse a la plantación y comercialización de yerba mate.

 Entre los años 28 y 30 el gobierno central intervino varias provincias entre ellas, Corrientes.

 A fines de 1929 José Ludolfino Cháves fue designado Comisario en la localidad de Valentín Virasoro.

 Cháves no era un integrante de la fuerza policial, pero se le encargó el mando de la Comisaría, que por ese tiempo cumplía, además de las cuestiones que hacen a la seguridad, otras de orden administrativo.

 El hombre sabía que debía lidiar con una situación difícil.

Por entonces, el personal policial, más que instrucción debía poseer fortaleza física, para actuar en los conflictos personales, que muchas veces culminaban en hechos de sangre.

 Los hombres de la zona llevaban cuchillos envainados en su cintura y poseían destreza para usarlo.

 Ante este cuadro el nuevo Comisario, caracterizado por su perfil intelectual, entendió que debía tener con sus subalternos a una persona de su confianza para poder ejercer la jefatura.

 Su hermano Belarmino Cháves, alias “Mengo”, era el indicado para esa función porque conocía el pueblo y el bajo fondo también.

 Previo a su ingreso a la Policía, Belarmino venía desde Garruchos con el cuñado del Comisario, Arcadio Navarro, con queso casero para canjear por mercaderías. Se quedaban tres días de joda en Virasoro y a la vuelta no llevaban ni queso, ni mercaderías.

 El Comisario venía temprano a cumplir sus funciones y fiel a su estilo, fue organizando el servicio que estaba bastante desquiciado.

 Juntaba a la tropa y les decía que el Policía debía imponer respeto, pero también dar el ejemplo.

 Una noche de sábado en la pista “La Enramada” se armó un despelote descomunal. Corrió mucho aguardiente y uno de los paisanos comenzó a provocar a otro, con palabras ofensivas hacia su mujer; lo acompaño otro borracho con la misma actitud.

 El ofendido, que no estaba solo, le respondió como era de estilo, que eso se iba a resolver en el campo del honor a cuchillo limpio.

 Un jinete presuroso llegó hasta la Comisaría para dar la novedad y hacía la pista fueron los policías y el Comisario.

 El tumulto era grande y estaba totalmente desmadrado. El dueño del local le informo como ocurrieron los acontecimientos y el Comisario decidió intervenir para evitar la tragedia.

 Ordeno a su gente que sacaran del lugar al ofendido y a su mujer, y que lo mandaran a su rancho. El hombre no quería retirarse porque decía que iba actuar como un cobarde.

 No le dieron tiempo y los sacaron de prepo.

 Los dos “revoltosos” fueron reducidos a “rebenque puro” y llevados a la Comisaría donde pasarían la noche en la 14 o “la pelada”. Una celda que no tenía colchones, donde cada tanto un agente pasaba arrojando un balde de agua a su interior.

– ¡Así se les va pasar el pedo y hacerse los guapos! – Exclamaron.

 El diligente accionar policial permitió que el baile continuase sin otros inconvenientes.

 En otra ocasión, un intenso ruido provocado por grandes carretones tirados por varios caballos y acompañados por hombres armados que hablaban en “guaraní”, pasaba por el viejo camino que unía Virasoro con Santo Tomé.

 El Comisario y su gente detuvo la marcha de la caravana y pidió explicaciones sobre el cargamento, como también hacia donde se dirigían.

 Una persona que aparentaba ser el encargado de ese viaje le respondió:

– ¡Llevamos oro y armas, vamos camino a Buenos Aires!

 Cháves quiso proceder interrumpiendo el paso, pero le respondieron:

– ¡Tenemos órdenes de arriba!

 En la radio de la comisaría llegó un mensaje desde la Capital de Corrientes, con la expresa instrucción de que se dejara continuar el tránsito de los carruajes y sus custodias.

 Pese a ello, José Ludolfino Cháves continuo sus funciones tratando de hacer cumplir la ley.

 Los tiempos eran complejos, la rivalidad política de liberales y autonomistas llevadas a situaciones extremas eran moneda corriente.

 El 06 de septiembre de 1930 es derrocado el presidente Hipólito Yrigoyen y se instala una dictadura encabezada por el Teniente General José Félix Uriburu.

 En la Argentina comenzó la denominada “Década Infame”.

 Los personajes acostumbrados a cuestiones prebendarias fueron limando el poder del Comisario del pueblo.

 El estado de situación se volvió tan tenso que llegó a ser “amenazado de muerte”.

 Entendió que así no podía permanecer en el cargo, una noche junto sus pertenencias, reunió a su familia, y abandonó Valentín Virasoro con destino al Territorio Nacional de Misiones.

Ramón Claudio Chávez.

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7 thoughts on “UN GUAPO DEL AÑO 30.

  1. Tiempos difíciles aquellos. la justicia algo difícil de llevar y sostener sin caer en el odio de los compueblanos que para esos tiempos se conocían entre todos.
    Hermoso y pintoresco relato, gracias Claudio.

  2. Territorios muy extensos, de poca transitividad en los que la presencia del estado era apenas un punto. En cuanto a las carretas, no olvidemos que nuestro país de vendió fusiles Mauser a Paraguay para la guerra del Chaco

  3. Excelente relato, tiempos donde se arreglaban las cosas a lo guapo como decís pero donde también se hacia un cultode la palabra y la amistad.
    En nuestro campo se exiliaban muy seguido los perseguidos políticamente.

  4. La descripción fue como que estuviste ahí en los años 30, capaz que sí. Ludolfino, Belarmino pareciera que la madre se tomó agua ardiente para los nombres.

  5. Arcadio Navarro era mi Abuelo, que lindo encontrar y poder leer esta historia que no la conocía, muchísimas gracias Ramón por compartirla.

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