EL FÚTBOL, LOS BRUJOS Y EL POBRE ANICETO.

EL FÚTBOL, LOS BRUJOS Y EL POBRE ANICETO.

Se rumorea que en África los partidos de fútbol no comienzan cuando pita el árbitro, sino cuando se acomodan los brujos detrás de los arcos. No se ve por T.V. pero están allí, con túnicas coloridas, otros con gallinas que protestan por lo bajo y otros con un celular muy moderno para mandar cadenas de WhatsApp a los espíritus…, que también se modernizaron.

Algo de eso pasó en la definición de la clasificación al Mundial 2026 entre el Congo y Nigeria. Fueron al desempate en los penales y ganó el Congo. El técnico de la selección nigeriana dijo que perdieron por prácticas de “vudú” y “magia negra”. Mucha gente le creyó.

Esta acusación refleja creencias de larga data en algunas culturas africanas donde se atribuyen poderes sobrenaturales a rituales o brujerías para influir en eventos; tanto positivos como negativos.

Estas prácticas o creencias esotéricas no ocurren solamente en el continente africano imbuidos de procesos culturales o creencias religiosas. En América, un océano más acá y con menos esoterismo…, la historia suele ser muchas veces parecida.

La “Bruja Dora” le había prometido al club Quilmes que lo iba a salvar del descenso y se puso en campaña. Dos triunfos consecutivos en el campo de juego sonaron como el comienzo de la recuperación. Todos comentaban los poderes de la “bruja”, que podía transformar el pesimismo en éxito.

“La médica” …, había pasado unos honorarios altos para la cirugía…, unos directivos del club decidieron no pagarle y como cosa del destino…, “el cervecero” se fue a la “B”. Un sector de la hinchada anoticiada de la tarea que ella estaba realizando fue a reclamarle:
– “¡La culpa no es mía…, es de los dirigentes del club!”. Le contestó.

En el mundial de Brasil del 2014, muchos escucharon hablar del “Brujo Manuel”. El tipo que había estado con Estudiantes de la Plata cuando ganó la Libertadores en el 2009, apareciendo en las revistas deportivas augurando un futuro de gloria para la selección. No solo era un “tarotista”, se vendía como conocedor de la influencia de los astros…, en fin…, mucho humo y algo de suerte.

Lo curioso de estos personajes, “chamulleros todos”, era que muchas veces viajaban con los deportistas y presenciaban las prácticas.

El Bocha Bochini contaba que una vez en el club apareció un “brujo” que hablaba con los jugadores y les decía:
– “Hoy vas a hacer un gol”!

Los defensores pateaban de cualquier lugar de la cancha, pero el pronóstico no se cumplía.

Otro caso. El “brujo” de Boca Juniors, Giorgio Armas, le recomendaba con que color de camisetas debían jugar el partido oficial y que la “Bombonera” estaba sucia desde hacía mucho tiempo por culpa de la “magia negra brasileña”.

Mientras todo esto ocurría en el mundo, en el barrio, estaba Aniceto; pobre hombre convencido que era víctima de un complot sobrenatural.
– “¡A mí me hicieron magia negra!”. Proclamaba en el bar.

– “¿Por qué decís eso?”. -Le preguntaban.

– “¡Porque Palmira, mi mujer, se fue con el Eulogio, el del corralón! Eso así nomás no pasa. ¡Acá hay embrujo, seguro!”.

Aniceto fue a consultar con una “bruja” de otro pueblo. Ella escuchó el relato, acomodó unas cartas que había comprado en un kiosko chino y diagnosticó:

– “¡Mirá Aniceto, acá no hay “magia negra” …, hay falta de autocrítica. ¡Y un poco de abandono del hogar también!”.

– “¡Igual vamos a hacer un trabajito para recomponer; llevate estos sahumerios y encendelos en la casa!”.

Aniceto se fue pensativo…, por las dudas…, encendió los sahumerios.

Palmira no regresó…, pero al menos perfumó la casa que desde 1998 olía a fideos con tuco recalentado.

Ramón Claudio Chávez.
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