EL VIEJO CASALE.

Bar El Cairo. Wikipedia.
EL VIEJO CASALE.
El bar “El Cairo” para el “Negro Fontanarrosa” y la barra no era un bar, era un templo. Las anécdotas más desopilantes salieron de allí.
Como parte de la historia muchos personajes se confundían entre la realidad y la ficción. Conocemos el gusto de lo absurdo por parte del “Negro”; en “Inodoro Pereyra” hace gala de su destreza.
La pasión por Rosario Central era un tema infaltable, pero en el bar se hablaba de todo; de mujeres, política y también de arte.
“El viejo Casale” era integrante de la cofradía invisible de “El Cairo”; decían que fue “canillita”, “chofer de taxi”, “puntero de barrio” y compañero de aventuras de Fontanarrosa en noches cargadas de bohemia.
Se puso viejo y comenzó a andar mal del “bobo”, el médico le prohibió el “humo” y los partidos en la cancha. “Esas emociones te van a llevar de viaje” …, le decía.
¿Cuándo le preguntaban al “viejo Casale” por qué era hincha de Central?; él decía que era por miedo.
– “¡Mirá que el “Negro” era un Santo…, pero con la pelota no negociaba!”.
La barra de Central que integraba el “Negro” empezó a organizar un “secuestro” del “viejo Casale” para llevarlo a la cancha en un clásico de la ciudad contra Newell’s. Hacía rato que el viejo no iba a ver fútbol por la prohibición del médico; la mujer y los hijos no querían saber nada con los amigos que decían lo iban a cuidar.
– “¡Que nadie se aparezca por lo de Casale, para que no desconfíe la mujer…, ¡tiene que ser lo más natural posible!”. Dijeron.
El día del partido arrancaron temprano con el viejo colectivo. Un primo del viejo se comprometió a visitarlo y entretener a la mujer para que no sospeche lo que iba a ocurrir.
La casa tenía un pasaje lateral por donde “el Oreja” ingresó sin que lo vieran. Le hizo señas por la ventana para que Casale salga y se dirija a la esquina donde estaba estacionado el antiguo colectivo urbano. No le dieron tiempo a pensar cuando en medio del bullicio el hombre ya estaba con la camiseta puesta y la algarabía de la barra.
– “¡Viejo, te vinimos a buscar porque cuando vos venís a la cancha…, “el canalla” no pierde…, no es cábala, es suerte pura!”. Agregó “Soplete”.
– “¡No es un secuestro criminal sino un arrebato de Fe! .¡Lo envuelven en una marea de cánticos y de nervios!”.
Entraron al estadio. Cada minuto era una prueba para el frágil corazón del viejo. Todos “alambraban” hasta que Aldo Pedro Poy anota el gol de la victoria.
Un momento sublime con un grito unánime que incluye también al “viejo Casale”. En ese preciso momento de éxtasis, de felicidad total…, el viejo se desploma.
La muerte del “viejo Casale” fulminado por la dicha en la tribuna de Central no es una tragedia…, sino la apoteosis de toda una vida dedicada a la pasión. Al fin de cuentas no se murió en una cama de hospital. ¡¡Murió en la cancha donde quería hacerlo!”.
El viejo no muere solo, muere saltando lleno de felicidad, abrazado a los muchachos al aire libre, con él en la cancha Central no perdía NUNCA… y esa tarde de diciembre tampoco.
Lo sacaron en andas. “El viejo Casale” se fue con una “cara de felicidad”. Con la seguridad que su equipo ganó el clásico “por el resto de los siglos”.
A los sesenta y dos (62) años murió “el Negro Fontanarrosa”; en “El Cairo” decían que no se fue del todo…, que “el Viejo Casale” también venía al bar. Cuando el viejo venía traía una historia nueva como la tarde en que el “Negro” le mostró un dibujo que luego sería “Inodoro Pereyra” y la discusión eterna sobre si “Mendieta” era un perro o una filosofía.
En el “III Congreso de la Lengua Española”, en su memorable intervención “Fontanarrosa” pidió la “amnistía para las malas palabras”. “Pelotudo” no es lo mismo que “tonto” o que “sonso” expresó con sagacidad. Casale usaba mucho esa palabra.
En “El Cairo” dudan si “el viejo Casale” existió o era fruto de la imaginación del “Negro”; pese a todo ello… los habitués saben que “el viejo Casale” es el hombre que todavía conversa con el “Negro Fontanarrosa” …
Ramón Claudio Chávez.
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Sin dudas el maestro Fontanarrosa vivió dos estados, uno real, pero llevado hasta la pasión intensa y otro surreal, dónde habitaron sus personajes. Su bohemia lo arrebataba de uno a otro estado y fue tan genial en lo suyo, que hoy cuesta creer si fue real, o un invento de Inodoro Pereyra
Quien seria el Casale , de nuestro Fontanarrosa ja ja
Excelente relato, sí señor!!
Bueno termino quedando con la duda de si don Casale existió de verdad o solo en la imaginación tan fructífera de el creador de Inodoro Pereyra
Linda historia. Buen remate. Excelente, doc.