
MALVINAS Y ZINEDINE.
Estaba amaneciendo el 30 de junio cuando el avión que transportaba a un grupo de hinchas argentinos, pisaba la pista del Aeropuerto Internacional de Lyon en la República de Francia.
Nos llamó la atención al descender el despliegue militar existente en el lugar, carros hidrantes, equipos antimotines y personal uniformado de infantería.
Al abordar el micro que nos conduciría al hotel, el mejicano que oficiaba de guía, respondió ante la pregunta casi unánime del pasaje:
-¿A qué se debía semejante despliegue militar?-
A lo que el intérprete contestó:
-El partido de esta noche entre Argentina e Inglaterra es considerado en la Fifa, como Categoría 5; “Máxima Peligrosidad”-
La respuesta irónica típica de nuestra idiosincrasia fue:
-¿ Si sabíamos que veníamos a la guerra hubiésemos traído las 9 mm y las facas?.
Por qué nos dimos cuenta que venía pesada la mano para la noche, es que empezamos a tomar recaudos.
Este grupo de hinchas estaba compuesto por personas que vivían en distintas partes del país; mientras el cole giraba para hacer tiempo antes de ingresar al hotel, un rubio charlatán de Buenos Aires llamado José, tomo la parada y dijo:
-Cómo vamos a convivir varios días tenemos que conocernos.-
Uno dijo-¡me llamo Juan, soy de Venado Tuerto y trabajo en un Hotel Alojamiento-¡risas!-
Otro agrego-¡ soy Julio de Córdoba y soy empresario!-
Salto uno que expreso-¡Me llamo Jorge y soy Diputado!-¡”Epa!- fue el comentario, –
Le respondió-¡ sino fuera diputado como estaría aquí!-. En realidad no era, pero durante todo el tiempo se lo llamó, “El diputado”.
Entre la euforia por la previa del partido, el sentimiento de los hinchas, se nos indicó que a la 5 de la tarde tendríamos que estar todos en el ómnibus para ir al estadio de Sant-Etienne, que estaba a 50 kilómetros de Lyon.
-¿Por qué tan temprano si el partido es a las 9 de la noche?
-¡Por indicaciones de la organización!- fue la respuesta, habrá mucho tráfico y la hinchada argentina, por los riesgos de enfrentamientos, tenía que estar dentro del estadio dos horas antes del inicio del juego.
A las seis de la tarde estábamos ya todos en el lugar y vimos con preocupación que el ingreso y egreso se realizaba por un solo camino.
Un grupo de 200 hinchas, entre ellos mujeres, nos reunimos y decidimos que cuando termine el partido nos retiraríamos inmediatamente del estadio, festejaríamos afuera y nos encolumnaríamos para protegernos entre todos.
Las mujeres y los niños irían en el medio del grupo, José el conversador había llevado al Mundial a su hijo Joaquín de 6 años, pero todos le decían Josecito. Una irresponsabilidad total.
Si se armaba la trifulca y alguno del grupo se caía, había que regresar a buscarlo, cueste lo que cueste.
A la 7 de la tarde el estadio estaba lleno de colores celeste y blanco, la gente cantando, saltando, bailando enloquecidamente.
Empezaron a ingresar los ingleses y los neutrales, pero el canto ensordecer de la hinchada argentina no se detuvo.
El estadio tenía una capacidad para 42.000 personas, pero a las 9 de la noche estaba tan lleno, que serían 45.000; los pasillos ocupados y los hooligan nos superaban ampliamente en números.
Todos los mundiales de fútbol tienen antes de comenzar las figuras más importantes, las más convocantes. En Francia “El Gordo Ronaldo” de Brasil era la estrella, gracias a eso, Nike vendió en el torneo 9.000.000 de camisetas “verdes amarellas” con el número 9 y el nombre de Ronaldo en la espalda, a un precio de 70 dólares por unidad.630.000.000 de la moneda norteamericana. Negoción. Finalmente la figura del campeonato término siendo Zinedine Zidane.
La Selección Argentina, salvo Batistuta, no poseía grandes estrellas; el técnico era Pasarella y para enfrentar a Inglaterra alistó a Lechuga Roa, el Pupi Zanetti, Chamot, Ratón Ayala y Nelsón Vivas; un mediocampo metedor con el pelado Almeyda, Cholo Simeone que era el Capitan, la Brujita Verón, Piojo López, Batistuta y el Burrito Ortega.
El partido fue vibrante, áspero, la barra argentina recordaba Malvinas y los ingleses se golpeaban el pecho gritando -¡Englang!-
A los 6 minutos la albiceleste paso al frente con un penal que embocó el Bati, del mismo modo empataron los contrarios y a los 45 minutos del primer tiempo Zanetti puso el partido adelante.
En las tribunas, a pesar de la afonía de cantar y saltar dos horas antes del comienzo, Argentina ganaba 2 a 0, por la ocurrencia de los estribillos y el sentimiento emocionante de un partido de fútbol jugado con “los dientes apretados”. Desafiando incluso a la organización del Mundial que vende las butacas mezclando a las hinchadas, permitiendo lo que debía prevenir; “las agresiones físicas”.
El segundo tiempo fue bravo, los ingleses salieron a empatar y lo lograron por medio de Michael Owen, un pibe de 20 años de una velocidad impresionante. Argentina aguantó y se definió en los tiros del punto del penal.
Imaginen el clima de tensión en la cancha, había que ganar si o sí. Así fue, Lechuga Roa atajó dos penales y la azul y blanca, esa noche de azul, se clasificó a octavos de final.
Los invasores de Malvinas quedaron afuera en el fútbol y pretendieron armar quilombo en la cancha, por suerte un grupo de chicos adolescentes, varones y mujeres, a los que llamaban voluntarios, y vestían camisas azules o verdes, se metieron con decisión agarrados de las manos entre las dos hinchadas.
El grupo de doscientos hinchas siguiendo las premisas de la organización trató de salir rápidamente del estadio, pero fue imposible juntarnos entre todos.
Estaba la policía en un número pequeño con sus motocicletas y se decidió avanzar luego de una prudente espera hacía los ómnibus, las chicas en el medio, pero José y Josecito no estaban. Empezaron a caer piedras, nos cubrimos los rostros avanzando entre el gentío.
Se cayó uno que recibió un golpe de atrás de un hooligan, por suerte volvimos y pudo levantarse, la marcha se volvió lenta pero con temple hasta unos 600 metros del lugar donde, en una rotonda esperaba, un grupo importante de ingleses mucho más altos que nosotros con intención de no dejarnos pasar. Nos abroquelamos junto a los autos que circulaban a paso de hombre y salimos de lugar, no sin antes recibir un manotazo y también devolverlo.
A las 00,30 horas llegamos al ómnibus en medio de piedras que caían de todos lados, nos bajamos todos del nuestro y de los que estaban cerca y piedra va, piedra viene, los agresores entendieron que no nos íbamos a comer el garrón tan fácilmente.
Volvimos a subir al cole, con algunos vidrios rotos, y le dijimos al conductor -¡vamos!-; empezamos a contar y faltaban José y Josecito; nos preocupamos por el pibe chiquito, esperamos un rato y apareció uno que dijo verlo irse con el niño en un auto BMW. Se fue con Settimio Aloisio, el manager de Gabriel Batistuta, a quien conocía.
Nos molestó que por esperarlo a él y al pequeño, nos bancamos la rosca y él se marchó sin avisar a nadie. Perdió con nosotros, no le dimos más bola.
La alegría del triunfo nos hizo regresar con la poca voz que nos quedaba cantando alegremente por la clasificación, era solo un partido de fútbol pero recordamos a los chicos de Malvinas, esos sí que fueron a la guerra.
Llegamos a Lyon a la tres de la mañana, el cansancio del viaje de Buenos Aires a Lyon, el trajinar de todo el día, las tensiones, las alegrías, no nos podíamos dormir, nos quedamos en la plaza cerca del Hotel.
Le ganamos a Inglaterra aunque fuera en el fútbol, pasaba corriendo un hincha con la camiseta puesta y la bandera Argentina flameando en Francia.
Seguía la emoción:
-¡VAMOS VAMOS ARGENTINA, VAMOS VAMOS A GANAR!-
-¡INGLATERRA AU REVOIR!-
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7 respuestas
Pienso en esa guerra y se que no fue inútil porque aceleró la llegada de la democracia. Siempre en el futbol salen los sentimientos que tenemos guardados por alguna injusticia. Este relato es la prueba de ello. Ganarles aunque más no sea a la pelota. Me gusta mucho el futbol, de hecho siempre fui a ver partidos de todo tipo. Pero nunca iría a ver a los ingleses. Es más fuerte que yo…
Categoría F 5, como los tornados. Me gusta leerte, el relato atraparte, casi como el mismo partido de fútbol.
Exelente respuesta de la inchada ARGENTINA, le demostraron al mundo que no somos los agresores en todo, como nos tienen calificados por toda EUROPA, sr demostró conducta y madurez del pueblo ARGENTINO.
Un relato sin desperdicios; lamento la actitud de José; me imagino no abría la comunicación de hoy día y lamento también no haber estado en la trifulca…
Gracias Claudio!
y somos asi …
me encantò leerlo
Que buen retrato de la situación, me imagino la tensión vivida, mezclada con la alegría del triunfo. Lo cual no tiene precio. Segui publicando historias que nos mueven a todos quienes leemos.
Muy buen relato!
Me pareció estar ahí también.