BOTINERAS SIEMPRE HUBO.

Fotografía publicada por Wanda Nara en la Red Social Instagram.

Botineras siempre hubo.

El affaire Icardi-Nara- Lopez sintetiza el famoso tema de las botineras y el fútbol.

Las chicas por lo general bonitas, vienen de las pasarelas y pretenden ingresar en el mundo de la televisión. Aunque se dice que no les importa el dinero, la ostentación y el glamour contradicen en cierta medida esta aseveración.

El jugador de fútbol gana dinero y popularidad, prestigio en el vestuario y logra que también se hable él desde un punto de vista ajeno a su rendimiento deportivo.

Para decir que “Botineras siempre hubo”, podríamos empezar por Chunchuna Villafañe, Pata Villanueva y una larga lista de mujeres que mantuvieron relaciones sentimentales con jugadores de fútbol.

La hermana de Wanda, Zaira, estuvo a punto de contraer matrimonio con “Cachavacha Forlán” y en la actualidad muchas, como Oriana Sabattini, conviven con sus novios en Europa y otros lugares donde los sueldos no se pagan en pesos.

Sería irrespetuoso decir que la relación amorosa se basa exclusivamente en la cuestión económica, pero tiene una importante incidencia en la vida cotidiana.

Wanda Nara no solo es la mujer de Icardi, es también su representante, y dicen los dirigentes que cuando se sienta a negociar los contratos es muy hábil, se define como una mujer de éxito y les recalca:

-¡El club juega con un plus, mi prestigio!-

Icardi jugó poco en el Paris Saint German, pero tuvo mucha prensa.

Investigamos un poco que pasaba en la provincia, y encontramos muchas botineras también, con menos suerte en lo económico que Wanda, pero tienen lo suyo.

Una vez nos contó un conocido arquero de la Liga Posadeña, que estaban jugando en la cancha de Guaraní y le toco atajar justo donde estaba la hinchada contraria; le dijeron de todo:

 -¡Agarra una!.

-¡Si la pelota va afuera no la metas adentro del arco!-

-¡Si viene con comba tírate, ensúciate!_

-¡Guampudo!-

La mujer estaba mirando el partido en la tribuna y copó la parada sin temor:

-¡Yo soy la mujer del arquero y vení si te animas a decir eso en mi cara, quizás el guampudo sos vos y te haces el machito en la cancha!.

En la liga comercial pasa de todo, siempre hay buenos jugadores que pasaron por equipos de primera y se están retirando.

Se juega a todo o nada, hay grescas, y “el tercer tiempo” es interminable.

Uno de los equipos, San Petersburgo, venía bien en la tabla y todos querían ganarle. Allí jugaban “el Plumero Gómez”,la Chancha Reinaildi”, “El Polaco Pucheta”, atajaba “la Araña Negra” y también “Mameluco González”, lo llamaban así porque siempre llegaba tarde y decía que venía del trabajo.

Llevaban dos conservadoras grandes con bebidas y hielo para el tercer tiempo que era sagrado.

El técnico cuando armaba el equipo lo dejaba en el banco de suplentes a “Mameluco”, porque llegaba tarde. El tipo vivía en el Barrio Santa Rita y tenía su hinchada: diez o quince mujeres que venían a verlo jugar.

González era un obsesionado por su físico, siempre impecable, fachero, pintón, se teñía el pelo para parecer más joven, no pasaba desapercibido en el público femenino.

Iban cinco minutos del segundo tiempo y el técnico no lo ponía.

Empezó la hinchada:

-¡Mameluco!-¡Mameluco!-Mameluco!.

Entró y fue un descontrol, se robó todas las miradas de las chicas y la envidia de sus compañeros de equipo; un rival lo cruzo feo,

-¡No vengas a fanfarronear aquí, báncate ésta!.

En el próximo cruce Mameluco le devolvió y lo desparramo, se le vinieron todos al humo, pero no paso a mayores.

Al final se desato una intensa lluvia, que dejó al descubierto el verdadero color del pelo del jugador estrella, a las chicas no le interesaba nada y festejaron ruidosamente el triunfo del equipo por uno a cero.

Como suele decirse “la felicidad nunca es eterna”; ante tanto carisma con el sexo opuesto, su mujer empezó a hacerle quilombo cuando iba los sábados a jugar y dejo paulatinamente de venir.

Hay personas que afirman ver a “Mameluco González en la estación trasferencia de Villa Lanús”, subiendo a un colectivo con destino incierto.

A fin de cuentas a “las botineras” de San Petersburgo, “No les fue ni bien ni mal, todo lo contrario”, como la famosa frase de Edgardo Villalba Viccini.

Ideas del Norte.com.ar

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6 respuestas

  1. Tus escritos no dejan de ser una mezcla de realidades redactadas con astucia y algo de desparpajo. Es cierto botineras siempre hubo. Pero los jugadores de futbol las necesitan. Los paparazzi los transforma en súper machos a través de la bella y buluptuosa dama de los escándalos. Y allí suben sus pases en millones de euros o dólares. Icardi no era muy cotizado, y jugaba bien, hasta que apareció WN. La Pata transformó a Tarantini en un súper conejo (entiéndase la metáfora)
    Creo que hay una simbiosis entre botines y botineras….De todas formas muy bueno tu escrito… Da para mucho más…así que no abandones el tema ni la forma…

  2. Las botineras como fenómeno mediático, es un producto más de ese enorme negocio del futbol. Es casi una respuesta a la demanda amarillista, de una sociedad que consume la espuma de lo que siempre queda en la superficie ,algo que condenamos pero de lo que nos gustaría ser parte. Riqueza,fama, glamour. A quien no le gustaría?, Pero lo cierto es que en el medio son gente como cualquiera, las hay buenas,malas, lobas y ovejas

  3. Mi comentario no será tan excelso como el del amigo Cacho.
    Simplemente, diré que el tema me retrotrajo a los finales de la década del 60.
    Mi viejo -eximio jugador de fútbol- era un “cinco” de la “vieja época”, cuando el que se desempeñaba en ese puesto era el estratega del equipo. Con el tiempo, hoy el que cumple esa función es el 10.
    Pero para no desviarnos del tema, confesaré que mi vieja entonces era una “botinera” muy especial.
    En esa época, los domingos en mi casa no eran para nada apacibles, por el contrario, eran tormentosos.
    La razón era simple y a la vez, complicada: el viejo jugaba para el Racing Club Apóstoles (Pájaro Cristaldo, Nenencho Aguirre, Lolo Ramírez, Gastón Ledesma, Carmelo Rodríguez, entre otros, eran sus compañeros de equipo) y la vieja era una fanática empedernida hincha del Club Independiente.
    El hecho de que su marido jugara para los eternos rivales, era considerado como una verdadera traición.

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