JUAN BARZOLA Y EL BANCO DE SIEMPRE.

JUAN BARZOLA Y EL BANCO DE SIEMPRE.
La realidad económica de las ciudades muchas veces se refleja en la actividad bancaria, no solo en el giro comercial, sino también en la personal de los que trabajan en relación de dependencia.
Juan Barzola tenía 80 años bien cumplidos, jubilado hacía ya un largo tiempo; su hijo Juan Ignacio, de 54 años, le acompañaba al Banco Nación a cobrar la jubilación y otros trámites.
Don Juan nunca quiso redes sociales, teléfonos inteligentes, ni mucho menos home banking. Para él, las cuentas se atienden en persona, “como corresponde”, solía repetir con una sonrisa testadura.
Apenas entraba al banco, se acomodaba el sombrero y avanzaba saludando a todos los empleados como si fueran viejos compañeros de colegio.
– “¡A estos chicos los conozco desde que ingresaron a trabajar!”. Explicaba.
“¡Papá por qué no activamos tu cuenta por internet!”.
– “¡Yo te enseñaré!”. Le decía su hijo. –
¿Por qué haría eso?”. Preguntaba el padre.
– “¡No tendrías que venir a hacer colas! Incluso podés hacer tus compras en línea. ¡Todo sería más fácil!”. Respondió Juan Ignacio.
– “¡Si hago eso no saldré nunca más de casa!”. Dijo contrariado el jubilado.
Para don Juan, ese ritual no era un trámite: era un encuentro.” ¡Si no vengo no le veo la cara a mis amigos de siempre, además de que sirve hacer todo desde la computadora, si uno pierde la charla, el saludo la risa compartida!”, le decía a Juan Ignacio.
“¡El año pasado cuando me enfermé, Poroto, el dueño de la verdulería vino a verme y se sentó junto a mi cama, lloró preocupado porque hacía días que no me veía!”. Agregó.
– “¡Cuando tu madre se cayó mientras caminaba por la mañana, el quiosquero de la plaza la vió, acudió a levantarla e inmediatamente la subió a su auto para llevarla a casa, ya que él sabe dónde vivimos!”.
Prosiguió. “¡Si vengo personalmente al banco me encuentro con amigos que conozco hace una pila de años, sabemos con ellos cuál es el valor de la palabra!”.
– “¡Si solo interactuara con la computadora donde encontraría ese toque humano! ¡Si me entregaran todas las cosas en la casa viviría aislado del mundo y de las personas que me agradan de verdad”! Continuo el padre ante la mirada de su hijo.
Reafirmando su idea destacó que las máquinas, la tecnología, son un gran progreso para la humanidad, pero carecen de un calor humano, te guarda en la memoria, pero no te mira a los ojos cuando estás triste.
Al salir del banco, caminaron juntos por la plaza de enfrente, Juan Ignacio a veces cansado de acompañar esos pasos lentos, entendía sin embargo lo esencial de esa obstinación. Porque su padre no solo cobraba la jubilación, cobraba también el contacto humano, esa presencia que no se reemplaza con pantallas ni contraseñas.
Si ha vivido toda su vida de esa manera, porque habría de cambiar a los 80 años, no es acaso un deber de los hijos acompañar a sus padres en la vejez, si ellos estuvieron siempre cuando lo necesitaron.
En una de esas tantas caminatas al banco, esquivando el home banking, don Juan resumió su filosofía con la claridad de la edad.
– “¡Mira hijo! A tu funeral van tus familiares, tus amigos de verdad, los que te abrazaron en vida. No van tus seguidores ni tus contactos de internet. ¡Por eso vengo al banco de siempre, para no olvidarme de las personas de carne y hueso!”.
Su hijo no quiso y no deseaba contrariarlo.
Juan Barzola siguió andando…, como quién guarda la sabiduría en los pasos sencillos…
Ramón Claudio Chávez.
www.ideasdelnorte.com.ar
Que buena historia, y si lo más importante la calidez humana, gracias Ramon como siempre !!!
Que tema! El acompañamiento en esa edad! Es lo más difícil ellos ya no tienen apuros quieren saludar a todos y hablar con todos y el que los acompaña dejó de trabajar y está apurado pa ra volver.
Días atrás viendo la publicidad de ML compre todo aquí sin inconvenientes, pensé lo mismo cuando van a salir? Si todo lo piden!
La comodidad y el trabajo nos alejan de las relaciones humanas. Creo que los cavernícolas vivían mejor
Así es Doc. describe perfectamente un caso que representa al de muchos. La tecnología y lo que se viene en IA se presentan como una opción para sustituir la Mano de Obra, quizás posible en algunos campos, otros, está por verse…la presencia,la mirada, el lenguaje corporal, el tono de vos, todo lo que facilita la comunicación y la empatía será difícil suplantar. Somos gregarios necesitamos el rose, la pertenencia…
El ser humano es difícil de entender.
Todos tenemos distintos conceptos.
En mi caso particular, si pudiera casi no saldría de mi casa.
El famoso encierro obligado durante la “plandemia”, para mí fue una bendición.
Obviamente, sé que para muchísimas personas, fue lo peor porque perdieron sus fuentes de trabajo.
Que TEMA, hoy mas actual que nunca.En ese mapa de ruta de la misma vida….!!estoy yo transitandolo!!.Se que la tecnologia tiene valor para cualquier generacion y edad, pero siempre digo: …No siempre la tecnologia es progreso!!! Muy buen relato y trabajo del Dr Claudio Chavez.
En un mundo cada vez “más virtualizado” se hace muy presente el hambre de abrazos, la charla personal y la amistad compartida cara a cara, sin artilugios. El escritor pone en el tapete una realidad que habla de soledades no queridas en una tierra velozmente cambiante.-