LAVANDERAS DE ANTAÑO.

LAS LAVANDERAS DEL PUEBLO.

 Era casi el mediodía, y el agobiante sol del verano azotaba las calles del pueblo.

 Pese a ello, Ramona, María, Nicasia, Marta; o como fuese su nombre, enfrentaban con valor ese calor húmedo e insoportable.

 Las lavanderas del pueblo, alzaban en sus hombros los fardos de ropa sucia anudadas en una sábana.

 Esas mujeres heroicas, por las tardes fregaban en los piletones del pozo público, o hacían hervir las prendas en latones para quitar las manchas y devolver su textura original.

 Ese era su medio de vida, no negociaban su dignidad, ese era su trabajo;” lavaban ropa afuera” para que en su casa hubiese un plato de comida para sus hijos, y por las noches una taza de cocido quemado con tortas fritas.

 En la mayoría de los casos, el padre de la gurisada estaba ausente, pero eso no era mella para que esas guerreras de la vida, quedasen hasta altas horas de la noche, secando la ropa húmeda hasta dejarla impecable con las planchas de carbón.

 Con lo que cobraban, apenas les alcanzaba para subsistir, era muy raro que algunos de los que confiaban sus ropas a estas señoras dijeran que le cobraban caro.

 Algunas incluso tenían la hidalguía de decirles:

– ¡Págueme lo que usted quiera patrón!

 Les sobraba valor, para mandar a sus hijos modestamente vestidos, pero limpios a la escuela.

 Los chicos más grandes eran los encargados de entregar la vestimenta ordenada y perfectamente planchada.

 Por ese entonces los electrodomésticos no habían invadido el mercado. Muy poca gente tenía lavarropas, ya que era muy elevado su costo.

 En el “pozo público” trabajaban con alegría, golpeaban y enjuagaban la ropa hasta que quede bien limpia.

 Hay espacios ausentes en la sociedad para estas mujeres, que con esfuerzo llenaban de colorido los escenarios de los pueblos, no las tarimas de los espectáculos, sino la de los trabajos esforzados que cumplían periódicamente.

 La gente las encontraba en los espacios públicos de los lavaderos, o llevando y trayendo esos fardos de ropa para higienizarla y devolverlas listas para ser usadas nuevamente.

 En una sociedad elitista, las lavanderas estaban incluidas definitivamente en los estratos sociales más bajos; sin embargo, muchos artistas, escritores y pintores las retrataban en sus obras, en el mismo escenario donde llevaban adelante sus esforzadas tareas.

 A simple modo de ejemplo, en un oleó de tela de gran tamaño, Pueyrredón las dibujó con el título de “Lavanderas en el bajo de Belgrano”; u otra en una acuarela sobre papel, con el título “La lavandera”

 Pueden pertenecer a un pequeño pueblo o a una ciudad floreciente, en esos tiempos que las personas por más humildes que fuesen, se ganaban el sustento diario a costa de sudor y lágrimas.

 De esa época hay muchas lavanderas, que se hicieron cargo de los estudios de sus hijos, muchos progresaron en la vida, algunos incluso son profesionales de éxito, gracias a esas manos gastadas de tanto fregar y esas pieles tostadas por no bajar la guardia ante el sol más intenso del verano.

 Un homenaje para tanto valor, en esta breve reseña.

Ramón Claudio Chávez.

www.ideasdelnorte.com.ar

IMAGEN DE UNA LAVANDERA.
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11 thoughts on “LAS LAVANDERAS DEL PUEBLO.

  1. Muy apropiado y emotivo trabajo, recordar a esas valientes mujeres, de antalo en la costa de nuestro conocios rios Paraná, Uruguay, también de los arroyos de nuestra región, viene a mi memoria los lavaderos publicos, en Apóstoles, mas abajo de la expo, el de la Av Marconi en las inmediaciones del Madariaga.
    Abrazos amigo.

  2. Excelente historia que refleja un estilo de vida duro, pero muy digno y alejado de los planes y subsidios a los que se le malacostumbro a nuestra sociedad.
    Recuerdo en Apóstoles en los años 60/70 los “piletones” (Pozos Públicos) que estaban en los barrios Chaquito y Santa Bárbara y que por las tardecitas, una vez finalizadas las jornadas de las lavanderas, servían de piletas de natación para los niños del lugar.

  3. Muy bueno lo suyo Doc. Salir al rescate de ese histórico oficio. Un homenaje merecido para esas bravas mujeres que cotidianamente le ponían el pecho a la vida solo animada por el amor entrañable.

  4. Hermoso relato. Esfuerzo y dignidad de esas personas. Sus manos, la espalda destruida del dolor.. Me pregunto si hay derecho a tanto sacrificio por 2,50$ , que se destruya la salud de de mujeres jóvenes por una desigualdad y una explotación por parte de sras bian, si bian, porque una sra bien no explotaría aprovechándose de la necesidad de las lavanderas, abandonadas por sus novios o esposos, sola frente a la pobreza y el dolor físico y espiritual. Mucha gente está en contra de los planes de ayuda, pero que bueno hubiera sido ayudarlas . Así sus achaques no las enfermaban. Artrosis, reuma, y tantas otras cosas. Tu relato, brillante como siempre, me lleva a pensar que la dignidad de aquellas mujeres era extraordinaria . Pero también me hace ver qué la explotación por parte del “patroncito” era vergonzosa. Cero empatía. No lavaban ropa lavaban las miserias de poder del dinero. Abrazo Artesano ! Buen domingo.

  5. En nuestro querido Apóstoles teníamos a nuestra lavandera que le llevabamos la ropa en bisicleta .Me acuerdo tal cual describis atadito con una sábana. Me encanta tus relatos .Felicitaciones Cuqui👏👏👏

  6. Más allá de lo pintoresco lo que se rescata aquí es el ganarse el pan con dignidad, nada de planes o piquetes.
    Trabajo y dignidad.
    Gracias Claudio.

  7. Me viene a la memoria las lavanderas de la costa del río en Posadas que fregaban sobre las piedras para la familia y para terceros cuando Posadas vivía de espaldas al rio y los guirises íbamos a pescar a las costas de la península heller el chaquito villa bloset o villa Molas o bajo el anfiteatro en la corredera y alli las veíamos q lindo recuerdo

  8. Merecido homenaje a ELLAS a TODAS; las que con tanta dignidad buscaban su sustento y transmitían a sus hijos la cultura del trabajo. Honrar el trabajo.

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