LAS PARADAS DE CAMBICHO,

     LAS PARADAS DE CAMBICHO.

Mirando hacia atrás, nos encontramos con las viejas paradas de colectivo de los pueblos, en Misiones y en la región.

El polvo de tierra colorada que levantaban los colectivos que unían los pueblos y ciudades, eran parte de un paisaje colorido llenos de historias y anécdotas de pasajeros del camino.

En los poblados las paradas se ubicaban junto a una cantina o bar en medio del frío invierno, o el calor del verano. No existían techos para guarecerse.
La gente acostumbraba a llegar con anticipación para abordar el colectivo de línea que lo trasladaba. Mientras esperaban, las rondas de charlas eran interminables.

Como retrato de esa época quedan los recuerdos de los colectivos, sus choferes y las innumerables anécdotas de viajes de trabajo, paseos o necesidades. Las personas sabían a qué iban sus compoblanos a los otros pueblos o ciudades.

El entorno se completaba con los taxistas que trasladaban a los pasajeros que vivían en lugares distantes de la parada.

El progreso y la tecnología trajo consigo nuevos lugares, más amplios, con más confort. Los colectivos con aire acondicionado reemplazaron a aquellos que en tiempos de verano circulaban con las ventanillas abiertas, incluso en los caminos de tierra.

La diferencia entre ómnibus y colectivo es principalmente histórica. Etimológicamente ambos términos significan lo mismo.
Las antiguas paradas eran de colectivos, así las conocía la gente. En lugares como Buenos Aires, el colectivo es sinónimo de transporte urbano, “bondi” en lenguaje lunfardo. La expresión ómnibus es usada en el transporte de larga distancia.

Las personas con unos años a cuesta conocen perfectamente esta realidad, por lo que nada nuevo o esclarecedor le aportamos. La referencia es para los más jóvenes, que pese a disponer de la tecnología nunca viajaron en “un colectivo lleno de tierra” o “barro”.

Las “paradas de colectivos” o” terminales de ómnibus” en todos los lugares poseen aglutinamientos de personas. Así se tratese de una pequeña aldea, pueblo o una gran ciudad.

En esa geografía encontramos a los personajes de siempre que buscan ese contacto con el público.

Infaltable “Chiquito Guimaraez” en la parada de la Avda. Sarmiento de Apóstoles; “Capataz Betancourt”, “Toro”, “Quique”, Fernandito y otros, en la parada de Avenida Mitre y Uruguay de Posadas. Así en cada pueblo del interior y la región.

“Cambicho” era uno de esos personajes. La terminal de ómnibus de Curuzú Cuatiá, en Corrientes, era su reducto.
No se sabía a ciencia cierta de donde era “Cambicho”. Algunos sostenían que su madre era uruguaya, morena, con rasgos del “candombé oriental”.

La parada de colectivos era su hábitat, vivía de la caridad de la gente, que le proporcionaba alimentos o algo de dinero para comprar alguna cosa más. Quizás pasaba las noches en alguna pocilga, pero temprano se lo veía en la terminal.

– “¡Maribela Rosa no vengas nada,
quédate piola en Curuzú Cuatiá!”.
Se lo escuchaba cantar.

En ocasiones le invadía la tristeza y permanecía en silencio, mirando lejos.

Un vecino de la ciudad, el doctor Ocampo, dueño de una estancia, le ofreció a “Cambicho” irse a vivir allí.
– “¡Mirá, allá vas a vivir bajo techo, podés tener tu huerta, leche de las vacas y provista para cocinar!”. Le dijo el dueño de la estancia.

“Cambicho” no le contestó, quedó callado. Ocampo le interrogó:
– “¿Qué te parece “Cambicho”?”.
– “¿Allá hay leones doctor?”.
Le preguntó.

– “¡No! ¡No hay!”.
– “¿Hay pumas doctor?”.

– “¡No! ¡No hay pumas, “Cambicho”!”. Fue la respuesta.

.” ¿Hay pacaá doctor?”. Insistió el hombre de la terminal.

– “¡Sí, hay pacaá ¡”.

– “¡Ah, a eso le tengo miedo!”. Le contestó “Cambicho”.

Todos, o casi todos esos personajes conviven con la mendicidad; es una filosofía muy relacionada con la libertad, la libertad de dormir donde sea y a la hora que sea.

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9 respuestas

  1. Volver esos recuerdos, ya lejanos y enseñar a los jóvenes, otras épocas de sólo caminos terrados, los primeros “camellos”, y los personajes pintoresco que cada “parada” tenía. Es el mérito de éste escrito, una Semblanza a la que ya nos tiene acostumbrado el autor.

  2. La historia cotidiana que cada vez cambia más aceleradamente, va sepultando formas y realidades hoy impensables para las nuevas generaciones. Los colectivos con ventanas abiertas,si, agrego a lo que señala el autor incluso hasta se podía fumar adentro.

  3. En la terminal de Apóstoles estaba un Vallejos, que sufría una hernia muy grande y era objeto de bromas en particular para los del Regimiento que llegaban de pase y siempre esperaban un envío. Entonces un bromista llamaba por teléfono y le comunicaba al recién llegado que vaya a la terminal, que busque a un tal VALLEJOS y le pida el “bulto” que tenía para el. Los afectados sufrían toda clase de insultos del personaje

  4. Un relato de aquellos tiempos que nos recuerda jóvenes y llenos de sueños.En mi caso particular, aún sigo viajando en colectivo (ómnibus), a veces me resulta más cómodo que manejar varias horas. Además mis hijas mientras estudiaban en Rosario viajaban en cole, las buscaba y las llevaba…
    Vi las historias de la gente dando vueltas en la terminal. Va cambiando con el tiempo, distintos personajes. Pero no sé ve el acercamiento de antes entre ellos y el viajero. Tal vez los avatares económicos los llevan a refugiarse a la noche en los bancos del hall. Casi que se esconden, quizás tengan algo de vergüenza. No conocemos sus historias, ojalá fueran como las de Cambicho, sus ansias de ser libres y ganas de cantar Marinela Rosa, no sus necesidades de tener un techo.
    En fin, tus relatos siempre cargados de emociones que dejan espacios para pensar en otros tiempos y sin querer me llevan a hacer comparaciones. Muy bien relato!!

  5. En Apóstoles había un changarían que tenía una hernia muy grande y algunos bromistas avisaban a algún recién llegado (en particular del Regimiento) que le pidan el “bulto” que tenia para el. Yo fui uno y recibí toda clase de insultos y maldiciones del personaje. Hasta que un día “desapareció” sin dejar rastros

  6. En Apóstoles había un changarin que tenía una hernia muy grande y algunos mal intencionados avisaban a algún recién llegado(como ser del Regimiento) que le pidieran el “bulto” que tenía para el. Yo caí en esa broma y recibí todo tipo de indultos y maldiciones del personaje. Se repitió varias veces hasta que un día “desapareció” sin dejar rastros.

  7. La mayoría de las viejas “paradas de colectivos” han sido demolidas y con ellas todas las historias de sus asiduos concurrentes.
    En mis años mozos, supe trabajar un tiempo en una boletería de la vieja terminal apostoleña y también esporádicamente, hice de “guarda” en el colectivo de la empresa de una sola unidad “Estrella del Norte”. Obviamente, era conducido por su propio dueño, un gringo grandote, cuyo apellido no recuerdo.
    Algunos recordarán que primeramente trabajó como guarda en ese colectivito el “Mono” padre y luego su puesto lo heredó su hijo el famoso “monito”, un muchachito muy simpático y querido por todos los pasajeros. Desconozco las razones por las que no trabajó más y durante mucho tiempo el gringo estuvo sin guarda.
    Recuerdos que vienen a mi memoria.

  8. Siempre tocando temas que aportan historias de vida de nuestros hermanos más débiles o, hasta sin preparación algunos.Pero también personas con mucha cultura y bien sucedidas que por determinado transe o drama pasional o lo que fuere se hecharon al abandono y así terminaron, solos y abandonados.Bueno mis Hermanos,la vida es un misterio, a veces indescifrable.Me encantó cómo siempre estimado Ramón Claudio.

  9. Tuve la oportunidad de conocer la terminal de apóstoles cuando estaba en la actual casa del mate. Ahí tomaba el colectivo para volver de l escuela. También tome uno de los primeros Singer con aire acondicionado para ir a buenos aires. También subí a esos Singer cuando el camino era de tierra y en una oportunidad tuvieron que bajar los s adultos a empujar en corrientes . Que locura! En fin toda una experiencia inolvidable

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